Opinión

Un paí­s con inclusión para 40 millones de argentinos

por La Cámpora
9 abr 2012
Por Andrés Larroque - Secretario General de La Cámpora Hace 3020 dí­as se inició el proyecto polí­tico más importante en términos de transformación social, económica y cultural. El 25 de mayo de 2003la Argentinacomenzaba a reconstruirse luego de casi 50 años de gobiernos signados por la violencia institucional y socio-económica. “Cambio es el nombre del futuroˮ, dijo Néstor antela Asamblea Legislativaque lo observaba. Y así­ fue. Cambio fue el pilar de cada de una de las transformaciones. Eso significaba dejar atrás el lastre de las dictaduras y los gobiernos constitucionales de carácter neoliberal. Cada cambio tuvo una fuerte resistencia de aquellos sectores del poder que veí­an como sus privilegios eran afectados para que los beneficios, desde ahora, sean del conjunto de la sociedad. Desde la otrora tribuna de doctrina de la oligarquí­a hoy devaluada y devenida apenas en tribuna de intereses mafiosos, Claudio Escribano le intentó marcar la cancha a Néstor, imponiéndole una serie de puntos que consideraba de vital importancia para el status, quo y que de no aceptarlos poco durarí­a su gobierno. Cambio significó impulsar una Corte Suprema independiente;  la derogación de las leyes de la impunidad; sacarnos el pie que nos poní­an en la cabeza el FMI y los tenedores de deuda. Cambio fue volver a discutir salarios entre trabajadores y empresarios.La Argentinagobernada para pocos comenzaba a encaminarse hacia un paí­s, como dice nuestra presidenta, para los 40 millones de argentinos. La segunda etapa del proyecto avanzó hacia la consolidación del desarrollo con inclusión social. Otra vez los sectores ultraconservadores y monopólicos abrieron fuego para frenar la realización del pueblo. Este cambio significó la fuerte pelea con la patronal agraria por la redistribución del ingreso. Allí­ por 2008 es donde, merced a una dura lucha de intereses, quedó explicitado que la profundización del modelo se podrí­a seguir en tanto y en cuanto exista una base social que acompañe con militancia activa cada una de las decisiones del gobierno. Esa lucha, donde nuevamente asomaron la cabeza los sectores golpistas en formato mediático, potenció e incorporó a la participación polí­tica de miles de jóvenes. En 2003 comenzó un proceso silencioso de fuerte acompañamiento de sectores juveniles que veí­an como en una Argentina que hasta hací­a poco les truncaba cualquier esperanza, desde el inicio del gobierno de Néstor y con la continuidad de Cristina, los sueños latentes se iban haciendo posibles. Y 2008 fue bisagra para que ese cambio de época se exprese en cientos de miles de pibes organizados, militando, bancando en las calles, en cada territorio. La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual demostró como ese proceso siguió avanzando. Esa ley fue producto de la inteligencia y el coraje de millones de argentinos que aún siguen esperando que los jueces dejen de detener la desinversión que deben hacer los dueños de Clarí­n y se avance en su aplicación. Cumplidos los 100 dí­as del segundo mandato de la presidenta Cristina Fernández, con la desclasificación del Informe Rattenbach rompiendo el relato de la dictadura sobre Malvinas, la reforma dela Carta Orgánicadel BCRA modificando el núcleo de lo que fue en 1992 la reforma neoliberal, el cambio sigue en marcha. El camino recorrido en estos últimos meses demuestra que la sintoní­a fina es la herramienta para seguir transformandola Nación. Losmedios opositores y los sectores que operan a través de estos volvieron a la carga, luego de un 2011 donde, apelando a cualquier bajeza, intentaron frenar el proceso. Las urnas, con un 54,11%, voltearon ese endeble castillo de naipes. Hoy llegan al ridí­culo de convertirse en voceros de los ingleses en la causa Malvinas. La presidenta encara un proceso inédito en los últimos años al llevar la discusión sobre la soberaní­a de nuestras islas a los principales foros internacionales, generando el apoyo de los hermanos dela Unasur, planteando claramente que aún existen enclaves coloniales como Malvinas y ordenando la desclasificación y publicación del Informe Rattenbach. Ese documento corre el velo para conocer la verdad de la guerra en la que una vez más fueron nuestros jóvenes los caí­dos heroicos y las ví­ctimas de las injusticias. Mientras tanto, el diarioLa Naciónpublica en su portada del 2 de abril la conmemoración de los 30 años de la guerra de los kelpers, en un intento de demostrar que “del otro ladoˮ también hay lágrimas. La guerra justamente es eso, dolor, tristeza, muerte. La lí­nea de mostrar la vida cotidiana de los kelpers se sustenta con las opiniones de algunos periodistas de ese medio y de sectores intelectuales que plantean la insólita autodeterminación de los kelpers, no sólo a contramano de la historia, sino también de lo resuelto porla ONU, luego de la histórica resolución del año 1965. Respecto a la polí­tica encarada por el gobierno nacional y las provincias petrolí­feras con el objetivo de lograr más inversiones y más producción, estos medios nuevamente se convierten en voceros de sectores concentrados y enfrentados al interés nacional. Cuando se propone que las ganancias de YPF se destinen a inversiones para obtener mayor producción, para Clarí­n y sus medios satélites, el gobierno embiste o ataca. Otra vez los medios se convierten en la caja de resonancia, que tienen al alcance los sectores concentrados para intentar frenar, una vez más (y van), un proyecto que se consolida todos los dí­as, adoptando las medidas necesarias para favorecer al conjunto de la sociedad, sin dejarse amedrentar por aquellos que quieren mantener privilegios de algunos sectores minoritarios. Sólo basta ver como los medios que demonizaban la minerí­a con crónicas amarillas dejaron de hacerlo una vez que en sus pantallas la cámara minera puso jugosas pautas publicitarias. Bajo la conducción de Cristina, seguimos construyendo, unidos y organizados, un paí­s con inclusión para los 40 millones de argentinos.   En Tiempo Argentino