prueba su capacidad de daño contra la presidente cuya reelección reclamó hace apenas un año como garante de un modelo económico que recuperó “la dignidad de los trabajadoresˮ. Las deserciones que lo aíslan, el calidoscopio sindical y las alianzas contra natura. Scioli intenta aprovechar la fisura para sus propios fines, luego del anuncio de su candidatura presidencial. Los medios y el poder político.
Luego de meses de amenazas, Hugo Moyano comenzó los paros de camioneros, con el propósito de desabastecer de billetes los cajeros automáticos. Si se atiende a la jactancia con la que hace ya algunos años Moyano se refirió a su poder, la escalada proseguirá con la acumulación de basura en las calles y/o la falta de combustible en los surtidores, las góndolas raleadas en los supermercados, los kioscos de diarios y revistas con ejemplares atrasados, la distribución postal paralizada, los cereales desbordando los silos y los puertos inactivos. Al fundamentar el plan de lucha, su hijo y adjunto, Pablo Moyano, se refirió a la propuesta insatisfactoria de la patronal camionera en la mesa de discusión paritaria, es decir una motivación de raíz laboral.
Si así fuera, el conflicto tramitaría por los carriles normales, con intervención del Ministerio de Trabajo en un tira y afloje natural entre las partes, que se zanjaría con alguna cifra intermedia entre el 30 por ciento de aumento que reclaman los conductores y el 18 por ciento que ofrecen los empresarios, tal como ha ocurrido en los años anteriores y como siguió pasando este año en los gremios que ya cerraron la negociación. Es tan obvio que el gobierno prefiere una contención salarial como que no hay topes inamovibles establecidos y cada acuerdo depende de las respectivas relaciones de fuerza y las condiciones de cada sector. Pero el desafío de los Moyano tiene menos que ver con los regateos salariales que con la lucha por el poder, en una primera instancia, sindical, pero en el fondo, político. Por eso, también reclaman que los patrones absorban el impuesto a las ganancias que pagan los trabajadores de mayores ingresos, es decir una cuestión de política pública, cuya resolución depende del Estado. Es difícil que los propietarios accedan, sobre todo desde la advertencia que CFK les hizo en un discurso, sobre el posible corte a los subsidios que reciben si los utilizan en forma dispendiosa.
Esta bandera y el proyecto de participación en las ganancias segmentan la representación de Moyano, ya que convocan a la delgada franja superior de la heterogénea fuerza de trabajo. Más de un tercio de los asalariados aún tiene empleos informales y entre los privados formales el tercio que menos gana accede apenas al diez por ciento de la masa salarial. En esa base de la pirámide inyecta recursos el gobierno, porque sabe que se vuelca al consumo y sostiene la demanda agregada en un momento de grave crisis internacional. Moyano, en cambio, aboga por mayores ingresos para la cúspide. De todos modos, una vez cerradas las principales paritarias y definida la sucesión enla CGT, el gobierno deberá incrementar las asignaciones familiares y el mínimo no imponible para la cuarta categoría del impuesto a las ganancias, para que el fastidio que Moyano expresa no se extienda a sectores asalariados más significativos.
El Congreso dela CGTes el primer objetivo de Moyano, quien quiere que propios y ajenos constaten que puede forzar al gobierno a una capitulación. Es la misma línea que siguió en su apuesta por mechar candidatos sindicales en las listas del Frente parala Victoria. Perohasta ahora, con excepción de algunas escaramuzas, sólo había recurrido a las concentraciones masivas, en avenidas y estadios. Nada de eso le dio resultado, y ante cada nuevo incremento de la presión, Cristina se felicitó por no haber cedido: es fácil imaginar cuánto mayor sería hoy la molestia si Moyano tuviera hombres propios en la vicepresidencia y en un tercio de las bancas legislativas, como había pedido. Pensar que el incremento de la fuerza vaya a lograr un efecto distinto sobre la personalidad presidencial, es una presunción improbable, por muchas y variadas razones. Además, en aquel acto por el 1º de mayo enla Avenida9 de Julio, hace apenas un año, Moyano pidió la reelección de Cristina porque la definió como “la garantía de profundizar este modelo económicoˮ para “seguir recuperando la dignidad de los trabajadoresˮ. En medio de la peor coyuntura económica mundial en tiempos de paz en un siglo y cuandola Argentinaadopta todo tipo de medidas para proteger el empleo y los ingresos populares, es inverosímil afirmar que aquella persona se haya convertido en el enemigo de los trabajadores a la que hay que combatir con todos los medios y alianzas disponibles, de TN ala Sociedad Rural.
prueba su capacidad de daño contra la presidente cuya reelección reclamó hace apenas un año como garante de un modelo económico que recuperó “la dignidad de los trabajadoresˮ. Las deserciones que lo aíslan, el calidoscopio sindical y las alianzas contra natura. Scioli intenta aprovechar la fisura para sus propios fines, luego del anuncio de su candidatura presidencial. Los medios y el poder político.
Luego de meses de amenazas, Hugo Moyano comenzó los paros de camioneros, con el propósito de desabastecer de billetes los cajeros automáticos. Si se atiende a la jactancia con la que hace ya algunos años Moyano se refirió a su poder, la escalada proseguirá con la acumulación de basura en las calles y/o la falta de combustible en los surtidores, las góndolas raleadas en los supermercados, los kioscos de diarios y revistas con ejemplares atrasados, la distribución postal paralizada, los cereales desbordando los silos y los puertos inactivos. Al fundamentar el plan de lucha, su hijo y adjunto, Pablo Moyano, se refirió a la propuesta insatisfactoria de la patronal camionera en la mesa de discusión paritaria, es decir una motivación de raíz laboral.
Si así fuera, el conflicto tramitaría por los carriles normales, con intervención del Ministerio de Trabajo en un tira y afloje natural entre las partes, que se zanjaría con alguna cifra intermedia entre el 30 por ciento de aumento que reclaman los conductores y el 18 por ciento que ofrecen los empresarios, tal como ha ocurrido en los años anteriores y como siguió pasando este año en los gremios que ya cerraron la negociación. Es tan obvio que el gobierno prefiere una contención salarial como que no hay topes inamovibles establecidos y cada acuerdo depende de las respectivas relaciones de fuerza y las condiciones de cada sector. Pero el desafío de los Moyano tiene menos que ver con los regateos salariales que con la lucha por el poder, en una primera instancia, sindical, pero en el fondo, político. Por eso, también reclaman que los patrones absorban el impuesto a las ganancias que pagan los trabajadores de mayores ingresos, es decir una cuestión de política pública, cuya resolución depende del Estado. Es difícil que los propietarios accedan, sobre todo desde la advertencia que CFK les hizo en un discurso, sobre el posible corte a los subsidios que reciben si los utilizan en forma dispendiosa.
Esta bandera y el proyecto de participación en las ganancias segmentan la representación de Moyano, ya que convocan a la delgada franja superior de la heterogénea fuerza de trabajo. Más de un tercio de los asalariados aún tiene empleos informales y entre los privados formales el tercio que menos gana accede apenas al diez por ciento de la masa salarial. En esa base de la pirámide inyecta recursos el gobierno, porque sabe que se vuelca al consumo y sostiene la demanda agregada en un momento de grave crisis internacional. Moyano, en cambio, aboga por mayores ingresos para la cúspide. De todos modos, una vez cerradas las principales paritarias y definida la sucesión enla CGT, el gobierno deberá incrementar las asignaciones familiares y el mínimo no imponible para la cuarta categoría del impuesto a las ganancias, para que el fastidio que Moyano expresa no se extienda a sectores asalariados más significativos.
El Congreso dela CGTes el primer objetivo de Moyano, quien quiere que propios y ajenos constaten que puede forzar al gobierno a una capitulación. Es la misma línea que siguió en su apuesta por mechar candidatos sindicales en las listas del Frente parala Victoria. Perohasta ahora, con excepción de algunas escaramuzas, sólo había recurrido a las concentraciones masivas, en avenidas y estadios. Nada de eso le dio resultado, y ante cada nuevo incremento de la presión, Cristina se felicitó por no haber cedido: es fácil imaginar cuánto mayor sería hoy la molestia si Moyano tuviera hombres propios en la vicepresidencia y en un tercio de las bancas legislativas, como había pedido. Pensar que el incremento de la fuerza vaya a lograr un efecto distinto sobre la personalidad presidencial, es una presunción improbable, por muchas y variadas razones. Además, en aquel acto por el 1º de mayo enla Avenida9 de Julio, hace apenas un año, Moyano pidió la reelección de Cristina porque la definió como “la garantía de profundizar este modelo económicoˮ para “seguir recuperando la dignidad de los trabajadoresˮ. En medio de la peor coyuntura económica mundial en tiempos de paz en un siglo y cuandola Argentinaadopta todo tipo de medidas para proteger el empleo y los ingresos populares, es inverosímil afirmar que aquella persona se haya convertido en el enemigo de los trabajadores a la que hay que combatir con todos los medios y alianzas disponibles, de TN ala Sociedad Rural.