Política

Vestida de celeste y blanco

Cristina nos invita a pensar la Argentina

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En este contexto de hegemonía fragmentaria y extranjerizante, vestida de celeste y blanco, Cristina propone pasar a una etapa superior y nos invita a pensar a la sociedad argentina, desde la sociedad argentina misma. Parece obvio pero es, tal vez, la tarea más profunda y el ejercicio más complejo de estos tiempos. Partir desde nuestra identidad para desanudar los puntos medulares de nuestra historia y alcanzar a comprender los problemas del presente con una clara alternativa de futuro: el peronismo. Ni para hacer ombliguismo ni como una entelequia discursiva, sino para vencer al tiempo y volver a abrazar a los 47 millones de argentinos.

por Ramiro Gómez *
3 jul 2024

En este contexto de hegemonía fragmentaria y extranjerizante, vestida de celeste y blanco, Cristina propone pasar a una etapa superior y nos invita a pensar a la sociedad argentina, desde la sociedad argentina misma. Parece obvio pero es, tal vez, la tarea más profunda y el ejercicio más complejo de estos tiempos. Partir desde nuestra identidad para desanudar los puntos medulares de nuestra historia y alcanzar a comprender los problemas del presente con una clara alternativa de futuro: el peronismo. Ni para hacer ombliguismo ni como una entelequia discursiva, sino para vencer al tiempo y volver a abrazar a los 47 millones de argentinos.


En la reciente entrevista que brindó al canal Gelatina, Cristina desarrolló las diversas complejidades del mundo actual, partiendo desde nuestro territorio y desde nuestra historia e identidad nacional. 


Situarnos y apoyarnos en nuestra historia no nos convierte en estériles nostálgicos. Se trata de rescatar el pasado, de asumir que -efectivamente- la única verdad es la realidad pero, si esa verdad es organizada, nos permite proyectar un horizonte de felicidad popular.


Mientras tanto, la realidad actual involucra a un gobierno nacional que habla y piensa a la Argentina en pasado y en un presunto contexto de una Guerra Fría, que ya no existe. Pero que, además, como propuesta de futuro nos entrega como Nación, violentamente y desprovistos al mundo del mercado.


Nuestra historia nos enseña que el mercado es un espacio donde mandan los que más tienen, los de arriba, los que nos suben de prepo y en soledad a su ring para pelear contra Tyson. No hace falta ser visionario, desde lejos se puede ver que vamos a terminar mal, que la pelea se pierde por nocaut. 


Lo que el gobierno ofrece como propuesta de futuro es una libertad  anacrónica, individual y mercantil. Es la deshumanización como fase superior de lo que alguna vez fue el sálvese quien pueda, un proyecto anti-Argentina con compatriotas cada vez más aislados, indefensos y miserables. Del otro lado, se encuentra el peronismo, con una vigencia clave.


Primera premisa: nos dice Cristina que la puja desarrollada en Occidente en torno al binomio individualismo-colectivismo (que es la base de ideas detrás de la Guerra Fría) es superada por la idea argentina de la Comunidad Organizada, en la que se articula armónicamente el derecho y la vida de las personas con los de su comunidad.


En ese marco subraya una segunda que es que, en la mirada nacional reside una idea superadora de la libertad: se trata de los hombres y mujeres que pueden decidir libremente porque han resuelto “los problemas de subsistencia, de trabajo y de poder decidir su vida, no como un residuo, sino porque se puede elegir”. 


Libertad porque se puede elegir, partiendo de un piso de oportunidades, agrega. Libertad porque se articula el derecho del individuo con el de la comunidad. Nunca la libertad de morir arriba del ring del mercado, donde la única ley es la de la fuerza.


Allí también Cristina nos plantea un horizonte. No se trata de igualitarismo, porque no somos todos iguales; se trata de construir ese piso de oportunidades para que, desde allí, cada quien elija verdaderamente su futuro. 


Y desde ese futuro, nos propone una forma de ver el presente y es que, frente a lo que puede ser vivido como fracasos individuales en el ring del mercado, debemos oponer la idea de que “nadie puede organizarse en una comunidad que no se organice”. 


Tender la mano, convocar a la organización del pueblo, seguir insistiendo en que no hay fracasos individuales, sino modelos y gobiernos que fracasan en construir ese piso de oportunidades. Organizar desde nuestro lugar, desde nuestro barrio, aportando a las ideas y proyectos que se encarnan en grandes mujeres y hombres que no son héroes de mármol e inalcanzables, sino “personas que toman agua”, argentinas y argentinos con grandes responsabilidades, valientes y patriotas: militantes de la causa de la Patria.


Una sociedad argentina libre, justa y soberana es posible cuando los grandes pueblos se encuentran con estas grandes personas.


*Militante de La Cámpora.