Política

10 años de la 125 (Parte I)

La disputa con las principales patronales rurales del año 2008 y la posterior decisión de la Mesa de Enlace de desplegar el “lockout” más largo de la historia, tuvo caracterí­sticas inéditas en nuestro paí­s.
por La Cámpora
14 mar 2018
Factores económicos objetivos, además de otros de carácter simbólico, confluyeron en lugar y momento. El contraste entre un gobierno que representaba intereses populares y un poder concentrado que defendí­a privilegios concentrados, se plasmaba en la polarización del escenario polí­tico. Más allá del análisis contrafáctico sobre el devenir de nuestra historia, es importante tener una mirada en perspectiva a la luz del paso del tiempo y la forma en que los pueblos logran catalizar los procesos que los inciden. En primer lugar, es importante destacar que hablar de “campoˮ, serí­a una vaguedad tanto o mayor que hablar de “la clase polí­ticaˮ. No existe un sólo “campoˮ. Por factores de escala, lógica de explotación del recurso primario, tipo de propiedad y grado de anclaje histórico-cultural, se debe particularizar la heterogeneidad de cada sector a la hora de profundizar el análisis. No tení­a punto de comparación la situación que transitaban los productores regionales confederados, con el desempeño de los grandes pooles de exportación de oleaginosas, que vendí­an la cosecha de soja a un valor récord histórico en torno a los U$S 600 la tonelada. Tampoco, entonces, podí­a ser idéntico su tratamiento en el diseño de polí­ticas públicas. Transpolar ese contexto a la realidad actual nos lleva a separar “la paja del trigoˮ e indagar en ganadores y perdedores de cada modelo. En el plano de lo estrictamente económico, la coyuntura no se muestra apática para los grandes dueños de la tierra. Las exportaciones de trigo del ciclo 2016/2017 fueron récord, superando en 10% a las del ciclo 2011/12. En cuanto al “yuyoˮ oleaginoso, las ventas de soja al exterior están cayendo, pero este fenómeno se explica mayormente por el esquema decreciente de retenciones que el macrismo ha fijado, lo cual implica que se retrase la venta de la cosecha, a la espera de mejores condiciones fiscales. La ventaja del silobolsa y de una espalda financiera lo suficientemente amplia en la enorme mayorí­a de compañí­as acopiadoras, favorece esta especulación. La transferencia de recursos al sector, sólo en concepto de quita de retenciones se estima en alrededor de $120.000 millones en los últimos dos años. Muy distinto es el caso de las economí­as regionales, verdadero motor del empleo en la ruralidad, y tractor por excelencia de la actividad económica en los territorios de la argentina profunda. Para poner algunos ejemplos, por caso, la producción frutihortí­cola del Alto Valle es de las más dañadas. Las ventas de peras en el exterior disminuyeron un 20% en dos años, habiendo pasado de 332 mil toneladas exportadas en 2015 a 268 mil en 2017. A su vez, la merma en las exportaciones de manzana fue de un 30% en igual perí­odo. Cuando la lupa se pone en el mercado interno se tiene una caí­da del consumo de peras cercana al 35% en el acumulado bianual, pasando de 39 mil a 29 mil toneladas. Respecto a las manzanas, el descenso en la demanda se ubica en torno al 10%, al caer de 80 mil a 72 mil los ingresos de producto al principal centro de acopio y distribución del paí­s. Para tener una medida nocional del impacto del retroceso en el consumo, cabe destacar que los valores mencionados son los más bajos desde 2002 en el caso de las peras, y desde 1999 en el caso de las manzanas. La actividad vitiviní­cola también sufrió un cimbronazo desde el inicio del modelo macroeconómico de liberalización y eliminación de los esquemas de financiamiento blandos. La producción nacional del año pasado fue de 20 millones de quintales, mientras que en el año 2015 habí­a superado los 24 millones. Este retroceso representa una caí­da acumulada del 19%. Claro está, semejante resultado repercute negativamente sobre el empleo, que se ha reducido en un 5,3% a lo largo del último bienio. El desempeño de la actividad tiene una alta correlación con el comportamiento del consumo en el mercado interno, ya que se estima que la plaza local explica el 80% de la producción de vino y derivados de la uva. Las ventas internas se redujeron casi un 18% desde finales del año 2015. Asimismo, el frente externo también generó ruido entre los empresarios vitiviní­colas. El derrumbe acumulado de las exportaciones es estuvo en el orden del 30%. Además, en el último año se observó un fuerte proceso de reemplazo de productos locales por importados. Así­, las compras en el exterior se multiplicaron por ocho, pese a la caí­da en el consumo interno. Volviendo a la pampa húmeda, otra de las economí­as regionales de alta relevancia en nuestro paí­s es la del sector lácteo. Como en los demás casos, la merma en la demanda y la compresión de márgenes para los tamberos (que mayormente producen a baja escala) caracterizan la situación crí­tica del sector y explican la causa del cierre de muchos establecimientos productivos. Por el lado de la oferta, la producción de leche fluida cayó un 12,8% en estos dos años. Por otra parte, disminuyeron las elaboraciones de postres, lácteos y flanes (-1,0%), yogures (-2,9%), dulce de leche (-7,9%), leches chocolatadas o saborizadas (-8,1%) y manteca (-16,9%). Esta reducción en la oferta surge a raí­z de una depresión en la demanda, tanto interna como externa. En cuanto al consumo interno de leche fluida, se presentó una disminución progresiva en el último bienio, alcanzando una merma del 10,4%. Volviendo al escenario que presentaba el 2008, todo modelo polí­tico que se reconociera en una identidad nacional, popular y transformadora, debí­a aprovechar el tan mentado “viento de colaˮ para redistribuir ingresos y atacar la rentabilidad diferencial para unos pocos, protegiendo la mesa de los argentinos a partir del desacople entre precios internacionales y precios internos. Una mirada en retrospectiva nos lleva a interpelar a cada uno de los actores que a partir de una negativa cerrada se plantaron en una intransigencia fogoneada por el poder fáctico, para sostener privilegios histórico y erosionar al anterior Gobierno. Pasada ya una década, la pregunta la impone la historia: ¿Cómo estaba nuestro paí­s antes y cómo está ahora?
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