Política

A 15 años del No al ALCA

A 15 años de aquella gesta que quedará para siempre en la historia y en la memoria de las luchas populares de América Latina, resulta imprescindible reflexionar sobre su significado, en perspectiva histórica y en nuestro presente.
por La Cámpora
5 nov 2020
El No al ALCA es hijo de una historia de luchas y es hijo de una organización popular que logra escala continental. También es hijo de un NO en una cumbre intergubernamental, presidida por un argentino del sur del sur, un argentino que llegó con más desempleados que votos y cambió la historia para siempre, en la misma escala. Un argentino del sur del sur que fue, al decir de Evo Morales, el primer presidente sudamericano. ¿A qué se dijo NO? Se dijo no a la subordinación a los intereses geopolíticos y estratégicos del imperio ya denunciado por Manuel Ugarte, otro argentino maldito. Se dijo que no al triunfo de un escenario que entregaba los derechos de los pueblos al botín del capital transnacional que, en su disputa global, buscaba hacerse con nuestra geografía. ¿A qué se dijo que SÍ? Se dijo que sí a la autodeterminación de los pueblos, se dijo que sí a una democracia con participación protagónica, se dijo que sí a un sendero de desarrollo propio para esta región, con inclusión, con derechos. Se dijo que sí a la unidad. Recordemos que como hijas del No al ALCA nacerían la UNASUR y la CELAC. Pero el No al ALCA, 15 años después, ya es un símbolo y, como tal, trasciende aquel momento. En ese sentido, tal vez sea urgente preguntarnos qué significa ese NO hoy. La configuración del poder mundial está en transición, las ideas y las instituciones que cristalizaban el proyecto globalizador de entonces crujen a lo largo y a lo ancho del planeta. Sin embargo, esta geografía, como desde los tiempos del entonces denominado “descubrimiento”, continúa siendo una geografía en disputa. Hoy el NO, como en 2005, es un no a la dependencia, a la subordinación a las potencias de turno, al subdesarrollo, a los intentos del capital transnacional y los Estados y sistemas que lo avalan de llevarse puestas a nuestras democracias y a nuestros derechos, con formas novedosas pero viejos objetivos y protagonistas. ¿El Sí? El sí sigue siendo el mismo. La bandera de los pueblos de este sur es la misma. Es la bandera que llevaba aquel tren a Mar del Plata y que enarboló, conjuntamente con otros patriotas nuestroamericanos, el presidente del sur del sur en aquella cumbre. Y el sí es también, y sobre todo, a la comprensión histórica de que es la organización popular a escala continental la única que puede garantizar la emancipación para nuestra región.    
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