Mañana las Abuelas de Plaza de Mayo participan por el Premio Nóbel de la Paz. Ser parte de este certamen es el reconocimiento a un ejemplo de lucha que ya traspasó nuestras propias fronteras.
Las Abuelas de Plaza de Mayo se lo merecen por lo que fueron, son y serán. Vencen a la injusticia y el olvido con la memoria y la constancia. Recuperan vidas que fueron arrancadas a través de la muerte. Es por eso que se lo merecen.
Las Abuelas van pasando y en su paso dejan huellas. Hasta el momento 102 huellas que mantendrán el camino de la memoria, de la lucha por la justicia que tardó en llegar y que en algunos casos aún no ha llegado.
Significar la participación en el Nóbel en si mismo, en la alegría de pertenecer a un grupo de selectos que fueron elegidos por la Academia sueca, no alcanza. El Nóbel es el reconocimiento de una lucha que ya no solo es argentina, sino de todo el mundo.
Es, a la vez, un premio a todos los argentinos que desde hace años buscan la verdad y desde el 2003 en adelante fueron escuchados y acompañados por un proyecto político que sostiene como una de sus políticas centrales la memoria, la verdad y la justicia.
Esta instancia es un espaldarazo para continuar con las luchas que faltan y que el poder concentrado hace difíciles.
Si el Nobel viene a casa, se les hará mas difícil sostener las chicanas mediáticas y judiciales para detener y retrasar la búsqueda de los nietos que faltan a sus abuelas y familias, por parte de los que piensan que ya está bien, que 102 son muchos. Seguir, para algunos, es cansar, es hartar.
No es casual que el día que se recuperó el nieto 102, el diario de las soluciones argentinas para los problemas argentinos, no haya hecho mención del mismo en la tapa. Prefirió resaltar la denuncia de un periodista contra un bloggero que, mediante la expresión de su amor a una chica, “hirió la sensibilidadˮ del hombre de medios.
El premio nobel puede estar o no estar. Los que seguro están y hay que seguir buscando son los que algunos consideraron un botín de guerra. El premio sería importante, pero lo más importante son los 102 nietos recuperados, 102 premios a la memoria, 102 premios a la búsqueda inclaudicable de la propia sangre, 102 premios a la constancia, 102 premios que desnudan la cobardía del cómodo asesino, 102 premios que confirman que con amor, voluntad y libertad no hay imposibles.