El lunes 1 de marzo, nuestra compañera y presidenta Cristina Fernández de Kirchner dio inicio a las sesiones ordinarias de este periodo. Su discurso, fue excelente.
El día comenzó muy temprano. Desde las 8 de la mañana la policía ya estaba custodiando las inmediaciones del Congreso de la Nación. Se esperaba una gran movilización en apoyo al proyecto.
Los compañeros fueron llegando de poco, colgando sus trapos. Desde la plaza se escuchaban a lo lejos los bombos y redoblantes. Se venia preparando desde los albores del día un clima festivo.
La compañera Cristina llegó al Congreso minutos antes de las 11. Por supuesto y como era de esperar, acompañada de nuestro conductor el flamante diputado nacional, Néstor Kirchner.
Afuera, estábamos todos para brindarle nuestro apoyo. Adentro, fue recibida por diputados y senadores del palo.
A la oposición la esperaba la gloriosa marcha peronista que bajaba desde todos los balcones del recinto. Su disgusto era indisimulable.
La claridad con la que Cristina expuso el panorama político, la coyuntura, las proyecciones es digno de volver a escuchar y releer.
Nuestro superávit con números históricos y que batieron records, todas las obras de infraestructura desarrolladas a lo largo del año, la soberanía de Argentina sobre las Islas Malvinas y el apoyo que recibió Cristina de parte de los Jefes de Estado americanos, la judicialización de la política, nuestra política de Derechos Humanos, y la recuperación del nieto 101 fueron algunos de los temas principales que retumbaron en el recinto.
La compañera presidenta habló por casi dos horas y resaltó que hay dos países, “uno, el real que bate records de consumo y recaudación, y otro, el país mediático, donde nada está bien y todo está malˮ.
Los representantes de ese país virtual, mediático, estuvieron durante toda la jornada sentados allí, en sus bancas, sin mover un sólo dedo, sin generar ningún aplauso o gesto “positivoˮ ante los enunciados de la presidenta que demostraron los logros de la gestión.
Obviamente que no iban a aplaudir nada sobre los logros de la gestión, pero verdaderamente lo que resulta increíble es su incapacidad de ver que lo que Cristina expresó, no fueron sólo logros de gestión, sino que se pusieron sobre la mesa los avances y crecimientos que tiene el país.
El discurso fue brillante. Arrancó aplausos constantemente. Los compañeros y compañeras que lo vivimos desde adentro del histórico Congreso Nacional escuchábamos como si se tratase de una clase dictada por un catedrático.
En estas oportunidades, donde nuestra Presidenta dedica horas discursivas es dónde indefectiblemente reafirmamos porque estamos donde estamos, porque acompañamos este proyecto que cada día nos enorgullece más.
Y lo que vino después del Senado, ya lo conocemos. Nos critican las formas, los discursos, porque no tienen las agallas, la fuerza, la inteligencia, y principalmente la pertenencia nacional y la vocación patriótica para discutir el contenido de este proyecto que avanza, crece y se supera aunque sigan emperrados en ponernos palos, tractores, y bufonadas en el camino.
Hoy tenemos una nueva certeza: definitivamente la oposición es irracional, incomprensible, irritable, inadmisible, ilegitima, inescrupulosa, inmoral, impúdica, imputable, inversomil, inconcebible, ineficaz, y por sobre todas las cosas... incapaz de ser verdaderamente nacional y popular.