Un periodista le preguntó al Presidente por qué apostó a la inversión antes que al consumo y si eso no había sido un error. Llamativamente, el Primer Mandatario contestó preguntando " ¿Cómo apostás al consumo? ¿Cómo hacés para que el consumo aumente?", y a continuación ensayó una respuesta vinculada a la pesada herencia para sugerir que en su gobierno no saben cómo reactivar la economía a través del consumo.
Si el Jefe de Estado no sabe, se lo puede ayudar con algunas consideraciones para que las tenga en cuenta. En primer término, ningún inversor es altruista. Hacen negocios, no beneficencia. En consecuencia, sólo van a invertir si pueden lograr éxito a través de exportaciones o de consumo interno. En un mundo que se cierra cada vez más y donde hay exceso de stock internacional, la viabilidad de las exportaciones es harto reducida. Entonces los inversores tendrán que apostar a un mercado interno sólido y robustecido. No es el caso de Argentina donde se ha pulverizado el poder adquisitivo. Sin personas que le compren en el país y sin posibilidad de exportar, la lluvia de inversiones no va a venir nunca.
Hay que tener presente que las políticas implementadas por el gobierno han provocado una inflación que cerrará por encima del 40 por ciento, más de 210.000 despidos, una baja del 2,3% de la actividad económica y del 4,6% en la actividad industrial. Se puede mencionar que en el acumulado de 2016 la producción automotriz lleva una caída del 14,2 y un 12,8% la construcción.
No fue magia ni herencia: fue la brusca devaluación, el desmantelamiento de las áreas de control de precios de la Secretaría de Comercio, los tarifazos en los servicios públicos, la abrupta suba del combustible, la apertura indiscriminada de importaciones de bienes finales que sacan del juego a las pequeñas y medianas empresas, la decisión del Estado de correrse de áreas sensibles y reducir la inversión social, y el parate a la obra pública.
Hay muchísimas medidas que el Presidente puede tomar para reactivar el consumo. En primer lugar revertir la caída promedio de 10% del salario real controlando los precios y reabriendo paritarias. A su vez debería actualizar las jubilaciones y asignaciones que han quedado muy por debajo de la suba de precios. Otra medida sería reestablecer la gratuidad de numerosos medicamentos para afiliados del Pami y lograr así que nuestros ancianos utilicen su dinero para el disfrute luego de una vida de trabajo, y no para atender la salud que debería ser una prioridad del Estado.
Puede dar marcha atrás con los tarifazos e implementar un esquema tarifario gradual y racional que no atente contra el poder adquisitivo y la solvencia de las Pymes. Podría dejar de despedir trabajadores públicos y generar mecanismos para frenar la pérdida de puestos de trabajo en el sector privado, por ejemplo, volviendo a aceptar el ingreso de empresas a los Repro, que la regla este año fue rechazar esas solicitudes dejando a cientos de empleados a la deriva.
El Poder Ejecutivo podría reactivar la obra pública teniendo presente que el sector de la construcción contabiliza ya casi 60.000 despidos. Otra decisión que podría tomar es la de proteger la producción local y no permitir importaciones de bienes de consumo final, cuidando el empleo nacional. Porque entre el desempleo y la caída del consumo hay una relación directa. Podría reestablecer el programa de financiamiento a adultos mayores a través de la tarjeta Argentina recientemente dado de baja por la Anses.
Estas son algunas ideas de cómo se podría reactivar el consumo que evidentemente el Presidente ignora y por eso le preguntó a un trabajador de prensa cómo hacerlo. Es algo que vienen sosteniendo varios dirigentes y economistas de distintas fuerzas políticas. Todos coinciden que en un mundo que cada vez se cierra más, desguazar el mercado interno es pegarse un tiro en el pie. Lamentablemente, el mejor equipo de los últimos 50 años dialogará mucho, pero no escucha. Si un gobierno no sabe cómo se reactiva el consumo, no sabe gobernar.