La marcha del 24 es la certeza de que a la memoria se le pone el cuerpo y el corazón. Es, también, una forma de mantenerse ágiles, como Diego en el 86, cuando a mitad de cancha se sacó a todos los ingleses de encima con un talento que lo hacía parecer sencillo. En la historia siempre hay una gambeta inesperada. Barrilete cósmico, ¿de qué planeta viniste para atravesar tanto dolor y convertirlo en gol?
El gobierno de Milei busca la miseria planificada. Tal como lo hicieron los militares en la última dictadura cívico-militar, el mandatario recrudece nuestras condiciones de vida aplicando la receta que siempre quema la torta: recorte de derechos, desempleo, pobreza y el FMI como partícipe necesario.
Cristina siempre nos pidió que no nos quedemos en silencio. De la misma manera en que las Abuelas de Plaza de Mayo caminaron incansablemente hasta ser escuchadas, este 24 de marzo fue un mensaje doble. Un acto de memoria y una respuesta directa al presente. No queremos seguir endeudándonos con el Fondo Monetario Internacional. Lo dijo Néstor cuando pagó la deuda, lo repitió Máximo cuando rechazó el acuerdo, y lo sostenemos hoy: para salir del infierno del sometimiento nacional, FMI Nunca Más.
Las flameadoras ya están cumpliendo su tarea, visten de celeste y blanco la caminata de miles y miles de compañerxs. Entre todxs, veo a Jorge, a los saltos con la pechera azul. Viajó desde Bahía y es su primera marcha con la organización. Se nota en su rostro: viene a hacer historia.
Como Lucía, una joven platense que, a pesar de la oposición de su familia, decidió sumarse con su mejor amiga. La miro y me impresiona la convicción con la que afronta el desafío de confrontar ideas y plantear su propia postura. Se paró a mitad de cancha y empezó a correr para adelante. Siempre para adelante.
Una va creciendo y endureciendo el cuero. Pero cuando se trata de recordar la violencia que vivieron nuestrxs compatriotas en esa época, la emoción sigue allí, intacta, ahogándome la garganta. Desde chica, me fui involucrando en política con una certeza: que una compañera estaba en la Casa Rosada alentando esa llamita, en vez de apagarla con desprecio. Es esa convicción la que sigue viva en todxs nosotrxs.
Conocí a Tomás, el maestro que comprendió que lxs pibxs hoy también pasan hambre, pasan frío, y que, en un país que parece olvidarse de todo, hay quienes siguen dando la pelea. Seguimos. Como lo hizo Néstor cuando le dijo a los genocidas que no les tenía miedo, o Cristina cuando sostuvo la bandera y la aplicación de los derechos en la peor de las tormentas. Estamos en el minuto noventa y cada segundo nos acerca a la victoria colectiva, esa que no se mide en títulos, sino el lugar en la historia.
Silvia me conmueve. Es su primera marcha en Capital. “Siempre fue un sueño”, me dice. “Y es lo que imaginaba: alegría, fuerza, unión. Te da impulso para seguir”.
Miro a mi alrededor y me doy cuenta: Jorge, Silvia, Nahuel, Jano, Lucía… son barriletes cósmicos. Son quienes hacen que la historia siga viva, que la memoria no sea solo un recuerdo lejano, sino algo que se construye día a día, en el presente, para crear lo inimaginable. Son hacedores de lo imposible; el gol del siglo.
La memoria no es una cápsula del tiempo donde se entra para perderse, sino un cuerpo colectivo y vivo que se reconstruye cada año, en cada marcha y en cada grito. Las generaciones que hoy llenan las calles no son solo testigos, sino compañerxs que enfrentan un montón de dificultades: la falta de trabajo, la pérdida del poder adquisitivo, la angustia e incertidumbre. La dicha de una organización intergeneracional como La Cámpora radica en acompañarse en cada etapa y circunstancia que la vida pone en el camino colectivamente.
La mufa de los años difíciles, el esfuerzo, las horas de viaje -y de vida- quedarán atrás el próximo año cuando volvamos a encontrarnos en una ciudad colmada de argentinxs acompañando la lucha de las Madres de Plaza de Mayo y la de cientxs que no renuncian a la Memoria, la Verdad y la Justicia.
A este partido no falta nadie, porque nos corre en la sangre: 30 mil compañerxs desaparecidos, ¡presente! Ahora y siempre.