Política

Bienvenida nieta 129

La sensación de alegrí­a compartida. Ese sentimiento colectivo es el que le debemos a cada una de nuestras gigantes Abuelas. Esa sonrisa que ilumina la cara de los miles y miles que temblamos ante el anuncio de un nuevo nieto o nieta encontrado. Reencontrado, reencontrada aunque nadie lo perdió. Recuperado, recuperada de las garras del terror, de la mentira, del horror sistemático perpetrado por quienes nos hundieron en la noche más oscura de nuestra historia.
por La Cámpora
10 abr 2019
A la nieta número 129 la buscaron su familia, las abuelas, la justicia. Con todas las herramientas que las cabezas blancas de las Abuelas pudieron imaginar. Por eso hablamos del í­ndice de abuelidad, por eso sabemos que las muestras de sangre juntan a las familias, por eso sabemos que los rincones menos conocidos de la burocracia del estado son claves para llegar a la verdad. Por eso, cuando decimos que el Estado se viene retirando del camino de verdad y justicia con el desmantelamiento de polí­ticas activas y el recorte de presupuestos lo que estamos diciendo es que se pone en riesgo que más abuelas abracen a sus nietos, más hermanos y hermanas se conozcan, más primos crezcan juntos.  Y, como en el caso de esta nueva hermana que conoce su verdad, que un padre abrace después de 42 años a su hija. Cada historia tiene algo que la hace única. Ahora esta familia va a conocer lo que es tener ocupadas todas las sillas que estaban vací­as en los cumpleaños, lo que es tener nuevas fotos en los álbumes familiares, lo que es seguir pasando noches de insomnio pero no por la angustia de no saber sino por la alegrí­a de haberse encontrado. Con este abrazo, y con cada uno de los 128 anteriores, se hace pedazos el mandato de silencio de los genocidas. Y estalla la mentira sobre padres abandonando a sus hijos con que los apropiadores pretendí­an justificar la crueldad del robo de bebes como botí­n de guerra. Y con cada una de las 129 vidas arrancadas de las garras del engaño los desaparecedores pierden una nueva batalla. No pudieron y podrán. Porque las abuelas, pocas o muchas, siguen buscando. Porque hay hermanos que buscan. Y hay sobrinos y hasta sobrinos nietos que preguntan para saber. Porque nosotros y nosotras, no sólo acompañamos, sino que estamos listos para tomar la posta cuando sea necesario. Porque hay una sociedad que sabe que esta pelea no se termina hasta que aparezca el último nieto o nieta. No pudieron y no podrán porque cada vez que alguien pregunta ¿Dónde estabas cuando las abuelas anunciaron que habí­an encontrado un nuevo nieto o nieta?, somos millones los que respondemos: “Llorando de felicidad, abrazado a mis compañeros y compañeras, listos para celebrar el encuentro y para retomar la nueva batallaˮ. Así­ será. Para siempre
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