Son varias crisis, no sólo una. En un país tan inmenso como Brasil, el tiempo de desarrollo de una crisis no siempre coincide con los tiempos de desarrollo de otra, y así en réplica. Eso sí: lo que pareciera quedar bastante claro es que este 2017 pinta para que todas las crisis se manifiesten, algo así como una tormenta perfecta; o como en una escena de una obra de teatro donde se suben todos los actoresˮ¦Una crisis que quizás termine de mostrarse ahorita, nomás, en unas horas o unas semanas; junto con otra que por ahí deba esperar un tiempo; y otra que por ahí ya sucedió: por ejemplo, la crisis económica. No está de más recordarlo: Brasil está en la peor recesión económica de su historia contemporánea, con una fila de desempleo tan extensa como todos los habitantes de San Pablo juntos, con cierres de miles de comercios, empresas. Hay una dinámica económica que, de tan deprimida, ha hecho caer ˮ“ sobre todo en los dos últimos años- la recaudación de una forma tan estrepitosa que hay más de media docena de provincias que se han declarado en “calamidad presupuestariaˮ (y no es eufemismo la expresión). Si a eso se le suma la gentuza que asumió el gobierno con el Golpe a Dilma, esto es, los que reorientaron el gasto público para apuntalar los intereses de las grandes corporaciones, es comprensible que falte presupuesto para la salud: hoy Brasil vive una crisis de fiebre amarilla en algunas zonas del país, fiebre amarillaˮ¦a esta altura del campeonato!; y sólo se paró el verano pasado la epidemia -o crisis- del zika y el dengue porque el verano fue, curiosamente, un poco menos caluroso que otros.
Hay también una crisis nacional, del interés nacional. Temer y compañía están extranjerizando rápido todo: primero fueron por el petróleo, cambiando la potestad soberana de Petrobrás para explotar los campos de Pre-Sal ˮ“ la mayor reserva de petróleo bajo agua descubierta en el siglo XXI-. Tarea cumplida, y Shell entrando como en ninguna otra parte del planeta con inversiones en las costas brasileñas. Están extranjerizando las grandes constructoras, las mineras y, según los últimos escándalos que hemos visto, las empresas cárnicas, actores claves para la formación de precios internacionales en el rubro. ¡Y eso que esta crisis es nominalmente política! Ahí lo vemos al malandro de Temer ˮ“ Cobos al lado de este, es un boyscout ˮ“ haciendo lo imposible para que no se le vayan los partidos de la coalición golpista que armó el año pasado y que le permitió votar leyes nefastas para el destino del pueblo brasileño. Una crisis política que también es judicial, porque para que sucedieran estas denuncias tuvo que apoderarse de uno de los poderes del Estado ˮ“ el Judicial- una determinada camada de magistrados y procuradores que, haciendo gala de una orientación punitiva muy especial (la que está siempre muy bien acompañada por los medios de comunicación hegemónicos),han armado y desarmado con aprietes y escuchas la 4/5 del mundo político, con una insistencia especial en el compañero Lula: no hay ninguna prueba pericial que lo amerite, pero lo persiguen y persiguen.
Es una crisis que en realidad son varias, o una que encierra a otra. Eso sí, pareciera que este año todas se están desatando.