Al cumplirse el 2 de agosto un mes de que se nos fuera Sole, sus compañeros de La Matanza le escribieron una carta.
Hace un mes se nos fue una compañera. Para muchos, que no la conocieron, era “la hija de Tití Fernándezˮ. Pero Sole fue mucho más que la hija de.
Sole era una compañera capaz de cruzarse toda La Matanza para ir a dar un apoyo escolar para los pibes de un barrio humilde. Sole era una buena piba, una mejor compañera, y una todavía mejor amiga.
Tenía una tenacidad de fierro: gracias a su insistencia, muchos compañeros nos sumamos a la organización. Nos quemaba la cabeza “dale, venite, vas a ver que te vas a engancharˮ.
Le encantaban los chicos, tanto, que fue la responsable de armar los primeros apoyos escolares que hicimos acá, en La Matanza. Comprometida e impulsiva, se enamoró de La Matanza y se vino de Palermo a vivir a Tapiales, para estar más cerca de los compañeros.
Su veta artística también dejó su huella en las paredes de nuestras unidades básicas: fue, entre otras cosas, una gran muralista. Se pasó horas pintando el mural de nuestra primer unidad básica.
A un mes de su partida, los compañeros que militamos en La Matanza la queremos recordar como era, alborotada, alegre, tenaz, impulsiva. Baldeando la unidad básica en patas, preparándose para recibir a los pibes en las tardes de verano. Una gran mina, llena de vida y de proyectos.
A la distancia, Sole, te abrazamos. A vos, a tus viejos, y al recuerdo imborrable que nos dejás, sabiendo que, cómo Néstor, desde el cielo vas a bancar.
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