solidaridad en todos los rincones de la provincia. Esta ocasión se trata de la visita al asentamiento del Barrio Perón, en Puerto Madryn.
En una mañana fresca de domingo, sin ser aún las 9 de la mañana, en la UB de Puerto Madryn ya había compañeros trabajando. Entre mates calientes y chuchos de frío se cargaron palas y rastrillos para lo que más tarde serían juegos de una plazoleta.
Para llegar hay que tener memoria y seguir al compañero que va adelante, que estuvieron antes ahí, jugando en una canchita, cantando y compartiendo chocolatadas. Las calles no tienen nombre y el lugar no está en los mapas, pero hay vecinos que los esperan. Llegaron identificando el espacio por un boulevard con basura, cubierto del duro arbusto que crece con poca agua y resiste el viento de nuestra región. En menos de lo previsto habían limpiado el terreno a fuerza de pala y manos, con una silbatina común: "cuando bajaste los cuadros, todo empezó a cambiar". Se hicieron pozos para los bancos de madera, con la ayuda de un vecino que acercaba agua en una carretilla para preparar la mezcla, mientras del otro lado colocaba la mesa, cerca de otros bancos para que puedan sentarse y jugar, o tomar la leche los más chicos.
En los bordes de la plazoleta van las ruedas, ahora brillantes de colores, parte de un juego de saltos, y más al medio, troncos y más ruedas para trepar. Vecinas compinches trajeron termos con más agua caliente, café y galletitas, y las historias del barrio, compartidas con Don César, el mecánico del lugar, quien cuenta de su pasado militante, y muestra sus gastadas revistas de los 70.
Pasado el mediodía la pequeña gran obra se ve asentada pero aún no está todo dicho. Los compañeros entienden que no pueden dejar de asistir a los vecinos y vecinas, porque la importancia de devolverles un espacio público y de recreación para los más chicos, no se ve limitado por el acto en sí.
De este modo pasó la mañana de un domingo como tantos, como en tantas ciudades o pueblos del país, motivados y acalorados por el mensaje de la compañera Cristina, que moviliza sus cuerpos.
"Vayan a los barrios junto a los más humildes porque allí se aprende lo que sufre el pueblo, las cosas que necesitan, ahí uno adquiere la sensibilidad que nunca más pierde".[gallery columns="4" link="file" ids="38760,38761,38762,38763,38764,38765,38766,38767,38768,38769,38770,38771"]
solidaridad en todos los rincones de la provincia. Esta ocasión se trata de la visita al asentamiento del Barrio Perón, en Puerto Madryn.
En una mañana fresca de domingo, sin ser aún las 9 de la mañana, en la UB de Puerto Madryn ya había compañeros trabajando. Entre mates calientes y chuchos de frío se cargaron palas y rastrillos para lo que más tarde serían juegos de una plazoleta.
Para llegar hay que tener memoria y seguir al compañero que va adelante, que estuvieron antes ahí, jugando en una canchita, cantando y compartiendo chocolatadas. Las calles no tienen nombre y el lugar no está en los mapas, pero hay vecinos que los esperan. Llegaron identificando el espacio por un boulevard con basura, cubierto del duro arbusto que crece con poca agua y resiste el viento de nuestra región. En menos de lo previsto habían limpiado el terreno a fuerza de pala y manos, con una silbatina común: "cuando bajaste los cuadros, todo empezó a cambiar". Se hicieron pozos para los bancos de madera, con la ayuda de un vecino que acercaba agua en una carretilla para preparar la mezcla, mientras del otro lado colocaba la mesa, cerca de otros bancos para que puedan sentarse y jugar, o tomar la leche los más chicos.
En los bordes de la plazoleta van las ruedas, ahora brillantes de colores, parte de un juego de saltos, y más al medio, troncos y más ruedas para trepar. Vecinas compinches trajeron termos con más agua caliente, café y galletitas, y las historias del barrio, compartidas con Don César, el mecánico del lugar, quien cuenta de su pasado militante, y muestra sus gastadas revistas de los 70.
Pasado el mediodía la pequeña gran obra se ve asentada pero aún no está todo dicho. Los compañeros entienden que no pueden dejar de asistir a los vecinos y vecinas, porque la importancia de devolverles un espacio público y de recreación para los más chicos, no se ve limitado por el acto en sí.
De este modo pasó la mañana de un domingo como tantos, como en tantas ciudades o pueblos del país, motivados y acalorados por el mensaje de la compañera Cristina, que moviliza sus cuerpos.
"Vayan a los barrios junto a los más humildes porque allí se aprende lo que sufre el pueblo, las cosas que necesitan, ahí uno adquiere la sensibilidad que nunca más pierde".[gallery columns="4" link="file" ids="38760,38761,38762,38763,38764,38765,38766,38767,38768,38769,38770,38771"]
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