A poco más de un mes de asumir el gobierno, Mauricio Macri y sus (ceos) funcionarios lograron lo que ni el más pesimista de los analista políticos hubiera pronosticado: el quiebre de una empresa de transporte aéreo comercial.
Como viene sucediendo con cada una de las decisiones que adopta el gobierno macrista, nuevamente apela al argumento de la "pesada herencia" para justificar el ajuste y el achicamiento del Estado.
Apañando estas decisiones, hoy los diarios Clarín y La Nación celebraban como una buena noticia la rescisión de la acuerdo de complementación entre Aerolíneas Argentinas y Sol Líneas Aéreas, aunque la consecuencia inmediata y directa fuera el cierre de una línea aérea, la pérdida de cientos de puestos de trabajo y el aislamiento de ciudades que dejarían de tener vuelos por esta circunstancia.
A raíz de cómo ha sido presentada la noticia y las manifestaciones por parte de funcionarios del Gobierno Nacional sobre la inconveniencia de dicho contrato para Aerolíneas Argentinas, es necesario recordar algunas cuestiones:
Aerolíneas Argentinas tiene como función social garantizar el servicio público de transporte aerocomercial de acuerdo a lo establecido en la ley 26.466, votada por el congreso por amplia mayoría en el año 2008. Esto es: recuperar la conectividad aérea perdida durante las gestiones privadas, o sea, hacer que las ciudades tengan vuelos y cada vez en mayor cantidad y más federalmente programados.
Tal como lo menciona la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) el transporte aerocomercial “es un activo clave de infraestructura para el país, conectando negocios y personas con mercados y proveedores foráneos clave, facilitando de esta manera el crecimiento de las exportaciones, las cuales constituyen una parte crucial de la economíaˮ.
El impacto que este servicio público tiene en las economías regionales resulta por lo tanto significativo, al igual que lo fue el ferrocarril.
La argentina es un país extenso con una densidad de población heterogénea. Esto hace que la demanda de tráfico aéreo para determinados mercados no sea la suficiente como para justificar la oferta de servicios aéreos en esos mercados. El avión más chico que utiliza el Grupo Aerolíneas Argentinas es el Embraer 190 y tiene 96 asientos. Dicho módulo resulta muy grande y costoso para rutas de baja densidad de pasajeros. Para poder desarrollar el tráfico aéreo en los mercados de baja densidad resulta necesario un avión más pequeño.
La alternativa que resulta más práctica es la cobertura de estas rutas por otra compañía que opere en forma subsidiaria de Aerolíneas Argentinas tal como lo hacen numerosas grandes aerolíneas en el mundo (Lufthansa tiene a Germanwings, Iberia a AirNostrum, American Airlines a US Airways, etc. etc). Estas líneas aéreas más pequeñas, con aviones más chicos operan las rutas secundarias y alimentan las rutas troncales de la aerolínea principal. Esto es lo que se empezó a hacer entre Aerolíneas y Sol.
Se suscribió entonces un convenio con quien ya se venía operando un acuerdo de código compartido. El acuerdo incluía la obligación de Sol de invertir en modernizar su flota de SAAB-340 reemplazándolos con 6 Bombardier CRJ-200. Para ello contaría con el respaldo de Air Nostrum, una compañía española de vasta experiencia en el mercado regional de España que vino a asociarse con Sol.
Gracias a la celebración de dicho contrato Sol, que venía con serias dificultades económicas pudo tener un plan de negocios sustentable y apostar al futuro. En los pocos meses que duró esta alianza llegó a incorporar 2 aeronaves en forma exitosa y estaba en camino a incorporar los 4 restantes comprometidos, y con ello poder desarrollar todavía más la red de vuelos con la que hoy cuenta la Argentina.
Además, no sólo son falsas las (todas distinas) cifras que publicaron los medios sobre el “costoˮ que implicaría para aerolíneas este acuerdo (se llegó a decir “un millón de pesos por díaˮ) sino que, malintencionadamente, se omitió mencionar que el costo del alquiler por el uso de los aviones de Sol se cubriría con el resultado de la venta de esos pasajes que aprovecharía exclusivamente Aerolíneas.
Este acuerdo hubiera significado más de 10 millones de dólares de ganancia anuales para Aerolíneas Argentinas sin tener en cuenta los beneficios adicionales generados por la alimentación de sus rutas troncales y la consecuente generación de más pasajeros para los aviones de Aerolíneas Argentinas.
Pero además, tal como los estudios tanto de la IATA como de importantes consultoras en la materia como Oxford Economics, lo más importante son los efectos sociales y económicos para las economías regionales que habrían alcanzado varias veces dicha cifra.
Es lamentable que este proyecto a todas luces beneficioso tanto para Aerolíneas Argentinas como para el país haya sido descontinuado por este gobierno.
Aparentemente, tal como lo menciona el Ministro de Transporte Guillermo Dietrich el proyecto aerocomercial en la Argentina es ajuste para Aerolíneas Argentinas, apertura indiscriminada del mercado aerocomercial (con política de cielos abiertos) y favorecer el negocio del holding LAN chile. Evidentemente, desarrollar tráfico aéreo para las economías regionales no es un objetivo para este nuevo gobierno que lo considera un despilfarro pagado “con el bolsillo de payasoˮ del Estado. Más concretamente para este gobierno la inversión social es un despilfarro y ahora “el bolsillo de payasoˮ se utiliza para transferir de golpe, no uno, sino 60.000 millones a los exportadores agrarios y, parece ahora, también hay bolsillo de payaso para los fondos buitres, a los argentinos devaluación, tarifazo, suba de precios, tope a los salarios, despidos, cierre de empresas y si hay reclamo, represión.
Por Mariano Recalde.-