Política

3 años del atentado a CFK

Clarín y la fiesta de la proscripción

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Clarín celebró su 80 aniversario el 1 de septiembre de 2025, con casi todos los cuadros orgánicos del Partido de la Proscripción presentes y sin abandonar la  vieja costumbre de las editoriales mafiosas. Una década en la que a la gente le fue muy mal y a Magnetto muy bien. Cristina, la única dirigenta no grata para el FMI y el círculo rojo, es también la que puede poner fin a la fiesta que los ricos nos están haciendo pagar desde el año 2015 y devolverle las alegrías a la gente.

por La Cámpora
18 sep 2025

El 28 de agosto del 2015, cuando el diario Clarín cumplía 70 años, su CEO Héctor Magnetto declaró que en Argentina “los medios demostraron independencia para fijar límites a intentos autoritarios” y que el objetivo del Grupo para la siguiente década era “tener el libre albedrío de ser lo que queremos ser y no lo que nos dicen que tenemos que ser”.


Con la primera afirmación, Magnetto se refería a la exitosa batalla judicial que Clarín libró para demorar y entorpecer los artículos de la llamada “Ley de Medios” que pretendían desconcentrar las estructuras monopólicas que rigen las telecomunicaciones del país. No deja de ser irónico que fuera precisamente esa ley la que en el año 2009 vino a reemplazar la Ley de Radiodifusión de la última dictadura, luego de intensos debates ciudadanos y ser votada por una amplia mayoría del Congreso Nacional. Eran días de campaña electoral, y no resultó casualidad que una de las primeras medidas del nuevo presidente, Mauricio Macri, consistiera en derogar por decreto el corazón de aquella norma. Así la misma organización empresaria que se quedó con Papel Prensa a base de tortura y extorsión celebraba el fin del “autoritarismo kirchnerista”.


Pero la segunda sentencia de Magnetto es todavía más reveladora de lo que ha acontecido en la Argentina desde el 2015 hasta hoy. Como suele repetir Máximo, se trata de una década en la que a la gente le ha ido muy mal y en la que, por contraste, Clarín no ha dejado de expandirse. Bajo el macrismo consiguió la fusión entre Cablevisión y Telecom y este año anunció la compra de Telefónica, reconstruyendo, pero en manos privadas, el monopolio de la vieja Entel. Los “motivos para festejar” sobraban cuando el 10 de junio la Corte Suprema le regaló a Magnetto la condena y proscripción de Cristina Fernández de Kirchner, el nombre que más veces apareció en las tapas del matutino del 2008 a la fecha. En rigor, ya lo había anticipado el diario con su editorial de tintes mafiosos “Cristina, entre la bala que no salió y el fallo que sí saldrá”. 


La redactaba Pablo Vaca, pero el que la dictó fue Magnetto.

El “presa o muerta”, lejos de ser solo una columna de opinión, es el reflejo de la obsesión por un programa político y económico que necesita dejar fuera de juego a la principal líder de la oposición. No pudieron eliminarla, entonces la condenaron injustamente.


Para regocijarse de su venganza personal, Magnetto decidió que la tradicional celebración que Clarín organiza cada vez que cumple una década sucediera no el 28 de agosto sino el 1 de septiembre, a tres años de que Fernando Sabag Montiel le gatillara a Cristina en la cabeza. A la gala en el Teatro Colón asistieron gobernadores, diputados, senadores, periodistas, jueces, fiscales y grandes empresarios-muchos de ellos, cuadros orgánicos del Partido de la Proscripción-, dejando en evidencia que el jefe del Grupo posee más poder de convocatoria que el presidente de la República.


Una nueva editorial, publicada el domingo 14 de septiembre con la firma de Ricardo Roa-casi tres años después de la de Vaca-, se titula ahora “Kicillof enterró a Cristina, Milei no sabe cómo parar la interna y el nuevo teorema de Caputo”. Es innegable: los periodistas del diario Clarín tienen una desmedida pasión, inventiva y creatividad para buscar sinónimos vinculados a la muerte de Cristina Kirchner. Al parecer, una vez por año necesitan ratificar la “muerte” del kirchnerismo, recordándoles a los argentinos y argentinas que las peores épocas del país todavía laten y bastante fuerte. Sin embargo, en medio de un escenario electoral y con las esperanzas depositadas en las boletas de Fuerza Patria, Clarín comprendió que no alcanza con posicionar a Mauricio Macri o a Javier Milei como fusiladores políticos. Esta vez, tuvieron que atentar contra Cristina utilizando la figura del gobernador de la provincia.


La violencia descargada contra Cristina estructura todos los sueños húmedos del mafioso de Héctor Magnetto por la sencilla razón de que, frente a ella, no pudo afirmar como hizo con Menem que el de presidente “es un puesto menor”, ni hacerla inaugurar las rotativas de la planta impresora del diario como sucedió en los festejos del 50 aniversario, ni forzarla a convalidar un mayor acrecentamiento de su imperio mediático. De la dictadura para acá, solo bajo dos presidencias no pudo Clarín conquistar mayores zonas de influencia. A Alfonsín lo desestabilizaron y lo voltearon. Con Cristina no pudieron y terminó su segundo gobierno con una plaza repleta. Tampoco pudieron humillarla tras la condena: el pueblo les puso un límite en la calle y los obligó a retroceder. 


Cristina sigue siendo la conductora política del peronismo, aun estando injustamente detenida en San José 1111.

Así se demuestra en cada acto, en cada plaza, en cada sitio donde aparece su cara, su voz, su nombre.


Pero si lo entiende el pueblo, es importante que lo entienda también toda la dirigencia política del país. Con la aparatosa gala del 1 de septiembre, en la que Magnetto, sin dejarse fotografiar, buscó ostentar toda su prepotencia-y poner así de rodillas al gobierno, presionado para autorizar la fusión de Telecom y Telefónica-, quedó de manifiesto cuál es el poder permanente de la Argentina, que no fue tocado por el Nunca Más ni por el levantamiento popular de diciembre del 2001. Y en la detención de Cristina está presentada la advertencia de lo que les pasa a quienes resisten las embestidas del Grupo y se atreven a enfrentarlo.


Cuando no se encontraba frente a sus empleados sino frente a sus socios mayores, como ocurrió el 24 de junio en la Embajada de Estados Unidos, apenas dos semanas después del fallo de la Corte, la sonrisa de Magnetto sí quedó registrada para una pendiente historia universal de la infamia: es la expresión malévola de una década de cruenta persecución, pérdida de derechos, saqueo extractivista, concentración de la riqueza y ruptura del pacto democrático. Mafia y Estado paralelo, dijo Cristina el 6 de diciembre del 2022. Y dentro de ese nudo asfixiante nos tienen metidos. 


Es indudable que los grandes ricos de la Argentina están de fiesta desde el día que Cristina dejó de ser presidenta.

Son ellos los que financiaron y promovieron su demonización mediática, su persecución judicial y su intento de asesinato, los que trajeron de vuelta al FMI y hundieron los salarios y jubilaciones. Pero Cristina siempre se negó a ser su mascota. Por eso el partido que se llena la boca hablando de libertad es el mismo partido que encarcela y proscribe a quien no puede vencer a través de las urnas. Sin esa feroz cruzada contra la conductora del peronismo no se explica la profunda crisis que atraviesa nuestro pueblo, que hace ya diez años viene poniendo el lomo para sacar el país adelante y, sin embargo, cada día vive peor. Mientras los grupos económicos no aportan nunca, su fiesta la pagan los trabajadores y trabajadoras.


Todos los políticos de la Argentina, salvo Cristina, fueron invitados a la gala de Clarín: imagen de un país que se ha vuelto cómodo para los dirigentes e incómodo para la gente, al revés del que existía en el año 2015. Pero Clarín no puede disimular que sigue nervioso. Y para inquietarlo todavía más, la respuesta debe ser militar todos los días para volver a representar y ampliar la unidad del campo nacional, organizar al pueblo en defensa propia, reconstruir la Patria, luchar por la libertad de Cristina y poner fin a la proscripción en Argentina.


Porque solo rompiendo la proscripción y liberando a Cristina podremos terminar con esta ya demasiado larga fiesta de la oligarquía, para que sea el pueblo argentino el que vuelva a festejar de una vez por todas.