"Quiero referirme a algo que es fundamental, no solamente para la República de Colombia sino para toda la región. Quiero personalmente, presidente Juan Manuel Santos, felicitarlo por la valentía que ha tenido al impulsar el proceso de paz en este país que ha sufrido y todavía sufre un gran un grave conflicto. Solamente los necios, solamente los no quieren a su país pueden poner trabas o pueden oponerse a que Colombia vuelva a ser una sola Colombia para todos los colombianosˮ Cristina Fernández de Kirchner, visita oficial a Colombia, julio 2013.
En Cartagena, los líderes del gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP) firmaron los Acuerdos de Paz alcanzados en La Habana, Cuba, y establecieron el 26 de septiembre de 2016 como el día en que Colombia dio un paso sustancial hacia la construcción de una paz con justicia social, que tiene importantes desafíos por delante pero que abre nuevos horizontes para los sectores populares y sus fuerzas políticas. Ahora será el turno del propio pueblo colombiano de refrendar los acuerdos en el plebiscito que se llevará a cabo el próximo 02 de octubre. Entre bienvenidas a la democracia y pedidos de perdón a las víctimas, Colombia comenzó a dejar atrás la violencia del más antiguo conflicto armado del continente, que es armado y es social, porque tiene sus raíces en el asesinato del líder liberal Jorge Eliecer Gaitán, la exclusión de los sectores populares del sistema político y en la violenta concentración y desigual distribución de la tierra. Pero, además, este conflicto que lleva contabilizadas más de 8 millones de víctimas es también regional. Durante su desarrollo, y con la excusa de la lucha contra el narcotráfico, el gobierno de los Estados Unidos desplegó bases militares en territorio colombiano; llevó a miles de desplazados colombianos a solicitar refugio en Ecuador y Venezuela, y generó numerosos roces diplomáticos entre Colombia y sus hermanos países vecinos. El compañero ex presidente Néstor Kirchner reconoció la importancia de este conflicto para la estabilidad de toda nuestra región, y su legado, sin dudas, está presente en los acuerdos sellados ayer. Néstor participó durante diciembre del año 2007 en la “Operación Emmanuelˮ en la que viajó a Colombia como garante del proceso de liberación de Clara Rojas, su hijo Emmanuel y Consuelo González de Perdomo quienes permanecieron durante más de 6 años presas por parte de las FARC, y posteriormente, su acción decidida como Secretario General de la Unasur, fue clave en la resolución pacífica y negociada de la crisis diplomática entre Venezuela y Colombia de 2010, cuando ílvaro Uribe manifestó que guerrilleros de las FARC y del Ejército de Liberación Nacional (ELN) se refugiaban en territorio venezolano. En tiempos en los que algunos dirigentes y analistas hablan de “fin de cicloˮ para expresar (y celebrar) el avance de fuerzas de derecha en nuestra región, la firma de estos acuerdos constituye no solo una victoria del gobierno colombiano y las FARC, sino también de los gobiernos de Cuba, Chile y Venezuela que acompañaron el proceso, y de las fuerzas populares colombianas que apoyaron los diálogos, y tienen ahora nuevas posibilidades y horizontes por delante. Estos acuerdos, entonces, abren el camino para que Colombia comience a construir una paz con justicia social, a través de un proceso que tiene en la reparación, la memoria y la justicia sus pilares; un proceso que será arduo y no menos difícil, pero que cuenta con el apoyo de la inmensa mayoría de los latinoamericanos, quienes esperamos que el próximo 02 de octubre el pueblo colombiano llene las urnas y la paz de legitimidad popular.Secretaria de Políticas Internacionales