Comenzó su militancia en el Barrio Arcoiris, poniendo el cuerpo a cada actividad que había: en formación política, en clases de apoyo, prestando atención a cada pibe para que pueda avanzar en el colegio, y en las clases de folclore, aprendiendo con su baile y sumando a la actividad.
También estudió la licenciatura en Paleontología en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, por su amor por la historia de los dinosaurios desde su primera infancia. Allí, se sumó apasionadamente a la militancia universitaria, aportando todo lo que había que hacer porque amaba su facultad, llegando a ser parte de una victoria histórica: el triunfo por primera vez del peronismo y la organización en la conducción del Centro de Estudiantes.
Cuando comenzó la pandemia, en Merlo, asumió un compromiso inquebrantable con la sociedad. En la campaña de vacunación se entregó, día y noche. Puso todo de sí para cada trabajador y trabajadora.
Luego, cuando se mudó solo, convirtió su hogar en una casa de la militancia. No había compañero ni compañera que no lo conociera porque todos iban a formación política o a reuniones generales que duraban hasta ma madrugada, incluso cuando él no estaba. En el último tiempo, asumió la responsabilidad de llevar adelante el Frente Ambiental, organizando charlas y planificando objetivos que vamos a continuar.
Siempre decía que a él lo hacía feliz dar lo que tenía para la organización. Por eso, encaraba todo con una sonrisa y con amor. "La militancia me cambió la vida", repetía.
La despedida física sólo lo inmortaliza en nuestros corazones: tenerlo presente cada día y pensar cómo respondería a los desafíos que se vienen. Su entrega silenciosa, desinteresada, humilde y total, llena de amor, la confianza en sus compañeros y en la organización; nos marcaron eternamente. Siempre estaba predispuesto y ese va a ser nuestro horizonte a seguir.
Vamos a imitar tu ejemplo. ¡Hasta la victoria siempre!