Esta vez fueron Eduardo, Jorge, Carlos, Gabriel, Juan, Elías, Miguel, Jeremías y Carlos. Es necesario saber sus nombres, recordar que tenían familia, amigos, compañeros que hoy reclaman Justicia para la Masacre de Esteban Echeverría. Son nueve personas, que estaban privadas de la libertad y que murieron en un incendio en una Comisaría. Acompañar el reclamo, no dejarlos solos, es fundamental. Porque esta vez que el 15 de noviembre a la noche, en la comisaria Tercera de Transradio de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Esta vez fue ahí.
Pero sabemos que podría y puede ser en otro lado. En otra comisaria. Porque la policía bonaerense encarcela sobre todo a los pobres, sobre todo a los más jóvenes, para mejorar los números de sus estadísticas ante sus jefes. La gobernadora Vidal y el Ministro Ritondo son los jefes de esos policías que detiene y encarcela a pibes y después no tiene dónde meterlos. Son miles y miles los presos hacinados en lugares que debieran ser de transito y se hacen eternos. Lugares horribles y en condiciones inhumanas.
En esa Comisaria no tenía que haber detenidos, ni pocos ni muchos. Lo sabían los policías y lo sabían las autoridades. La justicia había ordenado desalojarla antes de que sucediera una tragedia como esta. Ritondo y Vidal saben que en la provincia que ellos gobiernan donde hay lugar para un preso, ponen tres. Y no hay colchones ni baños ni comida suficiente.
Todos lo informes, incluso los oficiales admiten que en los últimos tres años la situación empeoró de manera terrible. La política de mano dura de la que la Ministra Bullrich es la cara nacional tiene en el Ministro Ritondo su correlato bonaerense. Las fuerzas policiales persiguen, hostigan, apremian, golpean, detienen, torturan y matan. En la mayoría de los casos los detenidos son acusados por causas menores, o por delitos que ni siquiera llegaron a cometerse o por reclamos y protestas en la calle o por portación de cara o de ropa.
La situación en las cárceles no es nueva pero definitivamente es peor. Porque el Estado comandado por Vidal, lejos de acompañar a las víctimas y tratar a la violencia institucional como un problema a resolver, protege a los responsables e instaura un modelo que produjo 56 muertos en comisarías en los últimos dos años.
En este caso, hay que agregarle, además, la impunidad con que se manejaron los policías que decidieron cortar el agua ante el incendio en lugar de socorrer a los presos, el destrato a las familias que se tuvieron enterar por rumores en las redes sociales lo que estaba pasando y las mentiras de los grandes medios que lo primero que quisieron instalar era que se trataba de algún ajuste de cuentas narco con un resultado lamentable.
Estas muertes, y otras tantas que se producen a cuentagotas todos los días, se podrían evitar si las condiciones no fueran inhumanas. Si las autoridades penitenciarias escucharan los reclamos de presos, abogados y familiares antes de que protesten quemando colchones. Si la justicia acelerara estos miles de procesos en vez de dedicarse a perseguir a opositores.
Estas muertes se hubieran evitado si el ministro y la gobernadora hubieran cumplido con las resoluciones que los obligaban a clausurar la comisaría tercera de Transradio.
Estamos ante la peor masacre de la historia de las comisarías argentinas. Sabemos el nombre de las víctimas y también el de los responsables. No vamos a descansar hasta que se haga justicia.