Política

De la casa al trabajo

por La Cámpora
4 may 2009

Dí­a del trabajo, dí­a de fiesta

La masiva marcha del pasado jueves 30 demostró dos avances fundamentales de los últimos seis años. El primero, la recomposición númerica de la clase trabajadora a partir de polí­ticas acertadas de defensa y crecimiento del mercado interno. La segunda, la recomposición del poder polí­tico del movimiento obrero organizado, pilar insustituible de cualquier gobierno que ejerza la defensa de los intereses patrios.

Por eso, la juventud en marcha aplaude la demostración en la ví­spera del dí­a del Trabajador, una fiesta en claro contraste a las manifestaciones y represiones que se dan en otros paí­ses del mundo, muchos de ellos europeos. En consecuencia, la juventud del proyecto nacional adhiere a los planteos nucleares del discurso del secretario general de la CGT:

  • Consolidación del mercado interno, aumento de la masa laboral y crecimiento del poder adquisitivo obrero;
  • Rol protagónico de la clase trabajadora como actor polí­tico y sustento del gobierno popular (ambos ya mencionados);
  • Impuestos progresivos a las empresas con ganancias mayores al 20% anual (publicadas en Página 12 en su edición del domingo 3 de mayo);
  • Múltiple indemnización para los despidos e intervención del gobierno en caso de que la empresa responda a directivas foráneas (caso General Motors, Santa Fe).
Los dos primeros como ejemplos de planteos estratégicos, los dos segundos como casos puntuales.

De la casa al trabajo

Durante muchas décadas, la consigna “de la casa al trabajo y del trabajo a la casaˮ era denunciada como un planteo conservador que despolitizaba a los obreros. No lo entendieron así­ los muchachos de la época, que vení­an de hacer el 17 de octubre y luego ejercerí­an “la resistencia peronistaˮ: paros, tomas y bombas caseras contra dictaduras y democracias tuteladas.

Pero quizás hoy, reclamar el trabajo como un derecho natural del Pueblo argentino cobra una condición más revolucionaria que nunca. El capitalismo financiero se desmorona a nivel mundial, y en su caí­da arrastra fábricas y empleo. Los gobiernos de las potencias centrales se ufanan para proteger los bancos y abandonar a su suerte a trabajadores y deudores hipotecarios. “De la casa al trabajoˮ es hoy “ni un empleo menosˮ. Una consigna revolucionaria para un gobierno cuya columna vertebral es el movimiento obrero organizado.