Política

Dolor en Monte

En el acto que hicieron los familiares y amigos de las ví­ctimas de la masacre de Monte al cumplirse un mes sólo se respira dolor. Y bronca. Y reclamos. Y no saber cómo se sigue. Y más dolor.
por La Cámpora
26 jun 2019
El reclamo de que paguen todos los responsables y de que la justicia no dilate más las investigaciones es el eje del discurso de cada uno de los que habla en el escenario montado en frente al edificio de la Municipalidad. Hablan los familiares de los chicos que mató la policí­a de Ritondo y de Vidal. Y habla también la mamá de Rocí­o, la única sobreviviente.   Las muertes de San Miguel del Monte se suman a la horrorosa estadí­stica que pone a la provincia de Buenos Aires en el tope de la lista de territorios con mayor cantidad de casos de violencia institucional. Ahí­ computan las muertes por gatillo fácil, los fallecimientos por hacinamientos en comisarí­as y penales bonaerenses, las razzias y los amedrentamientos, entre otras conductas que demuestran que la doctrina Chocobar cuenta con el visto bueno también del gobierno de Marí­a Eugenia Vidal.   En el acto, hay quien dice que las muertes de los chicos fueron injustas, brutales, anticipadas. Y que quiere que paguen también los que desviaron la investigación y retardaron la acción de la justicia. Es la mamá de Gonzalo. Una voz de varón se quiebra cuando dice: “Hoy me levanté a las cinco de la mañana para trabajar porque tengo nueve chicos más. Estoy acá pero estoy muy quebradoˮ. Trabaja vendiendo carnada a quienes van a pescar a la laguna. Le sigue un discurso fuerte, encendido que advierte que “de los 13 presos no debe quedar ninguno afuera. Y los que están sueltos y tienen el culo sucio que se preparen porque por ellos vamos tambiénˮ. Son el papá y la mamá de Danilo, de 13 años.   La advertencia y el reclamo tienen como destinatario al Juez de la causa que debe ratificar las prisiones preventivas para los imputados, 12 policí­as y un funcionario municipal. “Que no se quede mi pueblo dormidoˮ pide citando a Callejeros la mamá de Camila. Y habla del dolor y del silencio que quedó en su casa. Y de que ya no tiene a quien abrazar, ni con quien escuchar música. Y dice que no quiere que eso le pase a nadie más.   Rocí­o también estaba en el auto esa noche. Es la única que sobrevivió, después de pelearla entre la vida y la muerte. Hace pocos dí­as cumplió 14 años. Su mamá también, a un mes de la tragedia, pidió justicia, castigo y cárcel. Ni un pibe menos es una de las consignas. El Estado es responsable es otra. Al igual que las que se escuchan cada vez más reiteradamente desde que el macrismo asumió el gobierno. Es la cara más descarnada del modelo: para imponer reglas injustas es imprescindible la violencia y la represión. Como ya ha sucedido en nuestro paí­s. Esta vez sucedió perturbando la calma pueblerina de San Miguel del Monte. En una secuencia cuyo antecedente era el hostigamiento permanente de la policí­a a lxs jovenxs que se juntan en la plaza principal. Sucedió. Sucede. Como esas imágenes que creí­amos que no í­bamos a volver a ver. O esos relatos que pensábamos no volver a escuchar.   Como el del hermano de Aní­bal que cuenta, despacito, en voz baja, como si le costara creerlo: “Esa noche me dijo voy y vuelvo. Y no lo ví­ nunca más. Por culpa de la policí­a no lo ví­ másˮ.
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