Economía

El ajuste insostenible avanza

Desigualdad 5

A 9 meses de gobierno, el programa macroeconómico (e insostenible) de Milei tiene consecuencias concretas: un deterioro de las condiciones económicas para la población a partir del encarecimiento del costo de vida, menos disponibilidad de puestos de trabajo y caída generalizada de la producción. Es hora de recuperar una ética de la justicia social.

por Santiago Fraschina *
1 sep 2024

La política de ajuste de Milei no es una anomalía en el mundo. En los últimos años, hemos sido testigos de una tendencia alarmante en la política económica global: la implementación de programas de austeridad como respuesta a crisis económicas. Los defensores de estas políticas nos prometen que el equilibrio fiscal va a restaurar automáticamente la confianza de los mercados y devolver el crecimiento económico. 

La lógica detrás de las medidas de Milei es la creencia ciega en la autosuficiencia de los mercados. La señal del “ajuste más grande de la historia” va a generar una lluvia de inversiones. Los capitales mirando el Excel de las cuentas públicas, en vez de la potencia del mercado interno.

Hay una tendencia alarmante en la política económica global: la implementación de programas de austeridad como respuesta a crisis económicas.

En los primeros ocho meses de administración libertaria coexistieron la destrucción de puestos de trabajo, una recesión profunda y el desplome de los salarios. La reducción del ritmo inflacionario salió carísima, pero no es sostenible.


La táctica maquiavélica de Milei implicó liberar todos los precios entre diciembre y enero para intentar capitalizar una reducción los meses posteriores: primero te muelo a golpes y después te ofrezco una aspirina. Un Índice de Precios al Consumidor (IPC) en la zona del 4% mensual no es un logro de gestión. Nos sigue dejando entre los diez países con mayor inflación del mundo. No hay nada que festejar.


Volver a tasas de variación de precios propias de los años 2021 o 2022 implicó generar múltiples distorsiones en el mercado cambiario (intervenciones directas mediante). 


Esta dinámica de precios está lejos de ir a la par de una recomposición del poder de compra de los salarios. El siguiente cuadro muestra la comparación de los salarios reales (netos de inflación) para dos períodos bien diferenciados: los doce años de Gobiernos kirchneristas y esta primera parte de la gestión Milei. Especial atención a las implicancias de cada modelo.

Esta dinámica de precios está lejos de ir a la par de una recomposición del poder de compra de los salarios.

En lo que va del 2024 Milei recortó el gasto un 35% en términos reales. Una tercera parte del ajuste se explica por el “ahorro” a expensas de los jubilados. Uno de los efectos más evidentes del programa libertario es el aumento de la desigualdad. Al reducir el gasto en servicios públicos se desmantelan los mecanismos de redistribución que permiten nivelar las oportunidades entre grupos sociales. La educación pública, por ejemplo, se convierte en un lujo que solo los más ricos se pueden permitir de forma plena. Los recortes en salud obligan a las personas a recurrir a servicios privados o, peor aún, a postergar tratamientos médicos indispensables, lo que tiene un impacto desproporcionado sobre los trabajadores.

Uno de los efectos más evidentes del programa libertario es el aumento de la desigualdad.

Los efectos de la “austeridad” no se distribuyen de manera equitativa. Mientras los ricos y poderosos suelen estar protegidos de sus peores consecuencias, los trabajadores y las minorías son las que más sufren. Esta desigualdad en la distribución de la carga económica no solo es moralmente indefendible, sino que también es económicamente insostenible. Una sociedad en la que la mayoría de la población vive en condiciones de precariedad no puede prosperar a largo plazo.


Milei argumenta que estas medidas eran inevitables para frenar un colapso económico y así poder restaurar la confianza de los inversores. Esta narrativa es falaz. La contracción fiscal no solo falla en estimular el crecimiento económico, sino que agrava la recesión. Al reducir el gasto público se disminuye la demanda agregada, lo que puede llevar a un parate económico aún más severo. Esto crea un círculo vicioso evidente: los recortes presupuestarios conducen a una mayor retracción en la producción, lo que redunda en aún mayores necesidades de ajuste.


El ajuste insostenible avanza. El “plan de Milei” no es más que una receta para el desastre social. Al sacrificar el bienestar de la población en nombre de la estabilidad presupuestaria, estas políticas no solo perpetúan la pobreza y la desigualdad, sino que también socavan los cimientos mismos de la sociedad. Es hora de dar testimonio de los efectos concretos que tuvo el modelo de crecimiento y distribución entre 2003 y 2015. Recuperar una ética de la justicia social sobre la base que otro modelo económico es posible.





*Militante de La Cámpora, economista, docente y director de la carrera de Economía de la UNDAV y ex titular del Fondo de Garantías de Sustentabilidad de ANSES.