Pregunta. ¿Cuál ha sido su motivación para hablar?
Respuesta. Mi intención original era exponer el trabajo de Cambridge Analytica, en parte porque yo ayudé a montarla y tengo una responsabilidad. Si no para corregir lo que ya se ha hecho, pues hay cosas que no pueden deshacerse, al menos para informar a las autoridades y a la gente.
P. ¿Qué es lo más grave de cuanto ha revelado?
R. Primero, el hecho de que haya una compañía que es contratista militar y también consejera del presidente de Estados Unidos. En las democracias modernas prohibimos que los militares participen en elecciones, ¿por qué permitimos que contratistas militares participen y actúen como consejeros de algunos de los políticos más importantes del mundo? Que una compañía que tiene clientes militares cree una enorme base de datos de ciudadanos, algunos de ellos recogidos ilegalmente, genera un grave riesgo de borrar las fronteras entre vigilancia doméstica e investigación de mercado convencional. La gente y los legisladores necesitan ponerse al día con la tecnología y comprender qué significan de verdad esas compañías, Facebook u otros, que ganan dinero con los datos personales. Es importante que la gente vea que no es algo abstracto, sino que tienen impactos tangibles.
P. ¿Cuándo se dio cuenta de que era el momento de parar?
R. Fue acumulado. El problema es que me perdí en mi propia curiosidad. No es una excusa, pero tenía presupuestos millonarios, podía hacer toda la investigación que quisiera. Eso era realmente atractivo. Entré en junio de 2013 como director de investigación del grupo SCL [matriz de CA] y empecé a comprender con los meses lo que de verdad hacían. Pero te aclimatas a una cultura empresarial. No es una excusa, pero es así. Haces más y más, cada paso no es mucho mayor que el anterior, hasta que, ¡bang!, has creado una NSA [Agencia de Seguridad Nacional estadounidense] privatizada.