Hace pocas semanas el Senado dio media sanción a la ley que obliga a los candidatos a presidente a debatir. Se la justificó bajo rimbombantes expresiones como mayor institucionalismo y calidad democrática. Pero a la luz de lo ocurrido el 22 de noviembre de 2015, es evidente que el debate lejos está de garantizar esos propósitos. Muy por el contrario, puede ser una herramienta para burlar la esperanza de los argentinos.
Si uno repasa los dichos de Mauricio Macri en los casi ochenta minutos que duró el debate del año pasado, sólo va a encontrar mentiras. Aseguró que iba a trabajar todos los días para que los argentinos vivan mejor, y sus políticas provocaron una caída del 10% promedio del salario real. También afirmó que uno de sus principales objetivos iba a ser la pobreza cero. Una vez en el gobierno, tanto él como la vicepresidenta y el Jefe de Gabinete explicaron que no es una meta, sino un camino. No sólo ello, sino que si uno utiliza el método macrista de medición de la pobreza (donde injustificadamente inflaron el precio de la canasta de referencia), el resultado arroja que durante los 12 años de gobierno del kirchnerismo la pobreza se redujo un 33%, mientras que Cambiemos la aumentó casi en 5 puntos en menos de un año.
En el debate, el actual Primer Mandatario aseveró que iba a cuidar los empleos existentes y potenciar el rol de las Pymes. Doce meses después observamos que la desocupación aumentó un 3,4%, siendo la más alta desde 2005 e implica que 450.000 se quedaron sin su fuente de ingresos. En relación a las pequeñas y medianas empresas, han quedado en una situación alarmante denunciada por las distintas cámaras luego de la devaluación, el impacto del tarifazo y la apertura indiscriminada de importaciones de bienes finales. Se calcula que en el segundo trimestre del año las ventas de las Pymes industriales cayeron un 9% interanual.
En otro pasaje se prometió el “plan de infraestructura más ambicioso de la historiaˮ para el cual se iban a destinar U$S16.000 millones. Algunos gobernadores del norte argentino han denunciado que no se ha iniciado ninguna obra del Plan Belgrano, y para el presupuesto 2017 sólo cuenta con 86 millones de pesos para solventar salarios y una estructura jerárquica que no tiene ninguna funcionalidad. Por otro lado, la obra pública en estos meses ha estado completamente paralizada, a excepción de los $45.000 millones designados por decreto para el primo de Macri.
El ex Jefe de Gobierno también ilusionó a la ciudadanía con la promesa de un millón de créditos hipotecarios a 30 años. Hasta ahora sólo hay una reformulación del Pro.Cre.Ar. que lo puso en stand-by y sumergió en la incertidumbre a sus beneficiarios y una pelea entre Federico Sturzenneger y Carlos Melconián sobre cómo calcular la tasa de interés.
Macri subrayó que iba a poner en marcha una red de atención sanitaria para los primeros meses del embarazo hasta el primer año de vida. A esas palabras se las llevó el viento y en la materia se dedicó a desmantelar el programa Qunita y a subejecutar el presupuesto del programa de Atención de la Madre y el Niño (se ejecutó poco más 14%). Otra promesa estoica fue la revolución educativa con computadoras, robótica, programación, respeto a la carrera docente con formación constante y salarios jerarquizados. Un año después hay un bastardeo a todos los maestros a quienes se les redujo el salario en términos reales y no se quiere reabrir las paritarias a pesar de haberse comprometido el Gobierno a hacerlo en el convenio colectivo. Se desmanteló el programa Conectar Igualdad y ya no se entregan computadoras ni a alumnos ni a docentes. Y sólo se ejecutó el 34% del programa de Formación Docente.
Por otro lado, el Jefe de Estado había sentenciado que iba a jerarquizar al empleado público. Lo que en ese momento no dijo que por jerarquizar entendía perseguir a los trabajadores en función de sus ideas y despedir alrededor de 16.000 personas de la Administración Pública Nacional.
En ese debate Macri se comprometió a respetar la independencia de los poderes. A poco de asumir intentó designar a dos jueces de la Corte Suprema por decreto. Hace pocas semanas impulsó un proyecto de desgí¼ace del Ministerio Público Fiscal cuya manifiesta anticonstitucionalidad le valió la crítica de Justicia Legítima, la Asociación de Magistrados y hasta socios políticos de la alianza Cambiemos.
También había dicho que iba a fomentar la pluralidad de voces, pero a través de un decreto desarmó la arquitectura de la regulación de medios audiovisuales y Hernán Lombardi despidió de los medios públicos a decenas de periodistas críticos de la actual gestión.
En esa puesta en escena, el referente del Pro aclaró que iba a continuar con la política del gobierno anterior en Ciencia y Tecnología. Sin embargo, para 2017 bajó el presupuesto de 0,8 a 0,59%.
Acusó a Daniel Scioli de mentiroso y rechazó que iba a aplicar un ajuste a la par que afirmó que iba a expandir la economía. La devaluación del 60%, la eliminación de retenciones al agro y la minería, la apertura de importaciones, y el tarifazo en gas, agua y luz, y el aumento del transporte y el combustible sumado a un endeudamiento sin precedentes en un contexto internacional de economías que se cierran por el exceso de stock, provocó una recesión que trajo como consecuencia un derrumbamiento del mercado interno, la actividad industrial y, en suma, de toda la actividad económica.
Por último, Macri manifestó en el debate que iba a proteger la libertad y los derechos humanos, y tener unas fuerzas de seguridad altamente profesionales. El balance muestra a fuerzas de seguridad que disparan a niños de una murga, torturan a jóvenes de un medio independiente como la Garganta Poderosa y se dedican exclusivamente a reprimir y amedrentar a ciudadanos por cuestiones políticas. En relación a los derechos humanos hay una vocación por minimizar las atrocidades del terrorismo de estado tergiversando la discusión sobre el número de desaparecidos, y una intención de hacer del olvido la regla ajustando el presupuesto en la materia, retirando querellas y no apelando prisiones domiciliarias. Para finalizar, se ha inaugurado una etapa de presos políticos que tuvo condena internacional por parte de las Naciones Unidas en relación a Milagro Sala quien está ilegalmente privada de su libertad y a quien no se le han respetado los más elementales derechos constitucionales.
Todas estas son las mentiras que Mauricio Macri dijo en el debate presidencial. Ni hablar de su promesa generalizada de que nadie iba a perder ningún derecho, lo que no se condice con quienes ahora no podrán mirar a su equipo de fútbol en familia, quienes no tienen una cuna para su hijo recién nacido, quienes ya no tienen asistencia odontológica gratuita o aquellos adultos mayores que se quedaron sin los beneficios de la tarjeta Argenta. Argentina no necesita la obligatoriedad de un debate. Necesita que los dirigentes políticos no le mientan descaradamente a la población. Hace un año no hubo un salto cualitativo de las instituciones democráticas. Hubo una puesta en escena que constituyó una de las estafas electorales más groseras de los últimos años y será recordada como el día de la mentira nacional.