Opinión

El gran desafí­o de ser Unidos y Organizados

por La Cámpora
23 oct 2012
Por Hernán Brienza

La capacidad del progresismo para llegar a todo el paí­s, superando barreras partidarias y provinciales.

Dos imágenes casi idénticas se han repetido en los últimos diez dí­as a la largo del paí­s: Se trata de la foto del equipo titular de Unidos y Organizados en Jujuy y en Córdoba. En esas fotos se encontraban los referentes de La Cámpora, La Jauretche, la Corriente Peronista, JP Descamisados, Kolina, Movimiento Evita, el Frente Transversal, La Gí¼emes, Miles, el Frente Grande, Nuevo Encuentro, La Tupac  y La Colectiva, entre otros. En la foto de Jujuy se podí­a ver a Andrés Larroque, Emilio Pérsico, Luis D'Elí­a y Milagro Salas en un abrazo apretado después de los discursos. Es una foto epocal, dirí­a. Porque si el kirchnerismo tiene hoy un desafí­o real es la construcción de un aparato orgánico y ágil que atraviese los armados nacionales y provinciales del Partido Justicialista. No se trata exactamente de la transversalidad fallida de los primeros años sino de una herramienta que permita entrar y salir en las estructuras de poder territoriales. Hoy todo kirchnerista que se precie y tenga ganas de participar polí­ticamente deberí­a acercarse a esa formación en obra y construcción. Desde hace varios lustros, el Justicialismo se ha convertido en poco más que una liga de gobernadores ˮ“que recuerda mucho a la experiencia roquista de los años ochenta del siglo XIXˮ“, en la que los ejecutivos provinciales tienen bien engarzados todos los resortes del poder local y se convierten en elementos de la inmovilidad polí­tica, económica y social. Salvo algunos pocos ejemplos, el resto de los gobernadores ha decidido alambrar su territorio y llevar adelante una polí­tica de acercamiento presupuestario y alejamiento ideológico y polí­tico. Uno puede recorrer las provincias y sorprenderse preguntándose  " ¿Qué tiene que ver la polí­tica nacional kirchnerista con lo que estoy viendo en esta provincia o en este municipio?" Tomando conciencia de que la vocación transformadora del kirchnerismo no logra penetrar en muchos rincones del paí­s, uno no puede más que preguntarse: " ¿Llega pleno el kirchnerismo a las provincias o llega cansado y sin posibilidad de cambiar la realidad de esos territorios?" Sin hacer un progresismo a la bartola, comprendiendo también las idiosincrasias conservadoras y francamente retardatarias de muchas oligarquí­as provinciales, es preciso decir que hay que redoblar la apuesta a la batalla cultural en todos los rincones del paí­s, hasta los más alejados. No se trata de diferencia en las miradas ˮ“lo que es sano y positivo para cualquier organización polí­ticaˮ“ sino de conceptualizaciones, y a veces, para ser justos, de simples correlaciones negativas para la polí­tica, pero lo cierto es que no son muchos los gobernadores que tienen vocación para enfrentarse con las corporaciones económicas que dominan ˮ“monopólicamenteˮ“ esas provincias. Una empresa que garantiza 5000 puestos de trabajo en una provincia como Jujuy, por ejemplo, toma prácticamente  de rehén a un intendente o a un gobernador. De esto hay que ser conscientes, claro. Para poder perpetuarse en el poder, entonces, la ecuación es sencilla: basta con decir todo que sí­ a la familia poderosa de turno. Pero esto no es lo que El kirchnerismo proclama en el ámbito nacional, sino todo lo contrario: No se trata de anticapitalismo barato ˮ“dado el mapa actual de condiciones objetivas y subjetivas para la revoluciónˮ“, pero sí­ de devolverle a los Estados su potestad y soberaní­a frente al mercado. El PEN kirchnerista ha intentado romper esa lógica de alambrados provinciales, estableciendo lí­neas directas con los intendentes a través de los planes sociales y la obra pública. Pero, a decir verdad, también se reproduce, aunque en menor escala, la obediencia presupuestaria en detrimento de la ideológica y la polí­tica. Se me dirá que en este punto mi planteo es ingenuo y que la polí­tica es sencillamente acumulación y distribución de recursos, y es posible que lo sea, pero si fuera simplemente eso, no serí­a tan apasionante. Y si apasiona, ergo, es algo más que eso. Unidos y Organizados es, sin duda, un aparato polí­tico estrictamente kirchnerista. No significa que el kirchnerismo no sea peronista, pero en la teorí­a matemática de los conjuntos ˮ“considerada subversiva por la dictadura militarˮ“ hemos aprendido que así­ como todo lo peronista no es kirchnerista, tampoco todo lo kirchnerista es necesariamente peronista. Por lo tanto, lo estrictamente kirchnerista es Unidos y Organizados. Parece un galimatí­as pero juro que no lo es. Dentro de esa nueva estructura, sin duda alguna La Cámpora, por la única razón de que es la organización estrictamente creada y monitoreada por la presidenta, tiene reservado un rol protagónico, pero ese lugar les exige a sus dirigentes mayor responsabilidad y generosidad. La centralidad de UyO no solamente es necesaria para este presente, sino también en el futuro inmediato y mediato. Una organización propia es fundamental para varias cosas: 1) Semillero de dirigentes a corto, mediano y largo plazo. 2) Control de calidad ideológica en los diferentes territorios. 3) Puja de espacios propios en territorios asociados. 4) Estructuras propias en aquellos territorios hostiles. 5) Una relación más sincera con los requechos neoliberales del Justicialismo en diferentes espacios y una invitación a los sectores no justicialistas del kirchnerismo. Es decir, un lugar de contención. 6) Un andamiaje polí­tico que permita la discusión, el debate y la fijación de objetivos para construir polí­tica propia, pase lo que pase, en el 2015 y 2019. 7) Un despeje de X ideológicas hacia adentro y hacia afuera del peronismo. Finalmente, otra novedad respecto a UyO es la presencia de otros dirigentes propios del kirchnerismo, que hasta ese momento no habí­an sido puestos en la primera lí­nea de fuego. Un dato a tener en cuenta es que en los últimos diez dí­as el secretario general de la presidencia, Carlos "El Chino" Zannini ha dado dos discursos en público. En términos estadí­sticos, habló más en diez dí­as que en los diez años anteriores. No se sabe exactamente qué significa ni qué consecuencias tendrá a futuro. Pero evidentemente no se trata de un sí­ntoma sino de un signo polí­tico que en un futuro será develado, claro. Por lo demás, la propuesta de Cynthia Ottaviano como defensora del Público frente al AFSCA es la gran noticia de la semana en la polí­tica del gobierno de democratizar la comunicación audiovisual en la Argentina. Agárrense fuerte, porque la flaca es terrible. En Tiempo Argentino