Compartimos las palabras de sus compañeros y compañeras de la Comuna 15, donde apadrinó la Unidad Básica Juan Salvo.
Cuando el Negro venía a la unidad básica algo se arremolinaba en el aire, un mini torbellino de energía circulaba por el ambiente y él aparecía, por lo general, sonriendo y con los dedos en V. El Negro era de esos compañeros que te cambia el humor. Nadie podía enojarse al lado suyo, siquiera cuando puteaba por alguna gorileada, que igual te hacía reír.
Cuando caminábamos con él por el barrio, los vecinos y vecinas se paraban para saludarlo: viejos, viejas, pibes, pibas, gente de todas las edades que lo conocían de Villa Crespo y lo miraban como quien mira a un ser mitológico y cercano a la vez. El Negro y su carisma único.
Fue el padrino de nuestra primera unidad básica en la Comuna 15, la "Juan Salvo" de Villa Crespo, y esa mística que nos transmitía es la que hacía que cada locura que pensábamos junto a él, funcione.
Amaba a Néstor y a Cristina, les tenía una admiración profunda y se encomendaba siempre a San Pugliese.
La última vez que tocó en el Salvo fue en Noviembre de 2018 y el barrio se juntó a homenajearlo: desde la cámara de comercio hasta los pibes y pibas de la murga. Organizamos ese encuentro con mucho amor porque queríamos ponerle su nombre a nuestro "escenario": ni más ni menos que cuatro tarimas que el trajinó como pocos, en las unidades básicas, en las plazas, en las fábricas recuperadas. Y queríamos, también, brindar con él.
Siempre tenía los brazos abiertos y la garganta afinada para dar una mano a quienes más lo necesitaban, como en el concierto que le organizamos a Miguel íngel Estrella y que nos permitió ampliar el comedor de La Carbonilla.
No hubo campaña que no militara, ni día de elecciones en que junto a Gaby, su enorme compañera, no viniera al comando de campaña de la Comuna 15 a esperar con nosotros y nosotras los resultados. Pasamos enormes alegrías y también tragos amarguísimos. En los años de resistencia al macrismo, arremetió como pocos para sostenernos con la moral en alto y para contagiarnos algo de su energía.
El Negro fue esos militantes que siempre estaba donde tenía que estar. Como aquella vez que hicimos el festival para recaudar fondos para la hoy cooperativa Renacer de Paternal, donde el Negro terminó de tocar con un palo de escoba sosteniendo el micrófono. Nunca, jamás, pidió nada que no fuera un chori, un vasito de vino y esas ganas de compartir la música y el humor que nunca lo abandonaron.
Te amamos mucho compañero, estamos infinitamente agradecidos de haber disfrutado con vos tantos años militantes.
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