El Primero de lo Nuevo
Las elecciones del 27 de abril de 2003 preanunciaron el fin del modelo neoliberal que había explotado en diciembre de 2001, pero que se resistía a dejar la escena buscando que el máximo exponente de esa etapa, Carlos Menem, volviera a la presidencia.Ese intento se topó con la aparición de Néstor Kirchner, que en la primera vuelta fue superado por Menem por escaso porcentaje, pero el riojano comprendió que en el balotaje el gobernador de Santa Cruz iba a arrasar en las urnas y decidió no presentarse.
por
La Cámpora
27 abr 2016
Las elecciones del 27 de abril de 2003 preanunciaron el fin del modelo neoliberal que había explotado en diciembre de 2001, pero que se resistía a dejar la escena buscando que el máximo exponente de esa etapa, Carlos Menem, volviera a la presidencia.
Ese intento se topó con la aparición de Néstor Kirchner, que en la primera vuelta fue superado por Menem por escaso porcentaje, pero el riojano comprendió que en el balotaje el gobernador de Santa Cruz iba a arrasar en las urnas y decidió no presentarse.
Argentina vivía la crisis económica y social más profunda que de toda su historia.
Kirchner juró como presidente de los argentinos el 25 de mayo de 2003, con la obtención del 22,2 por ciento de los votos, el porcentaje más bajo registrado en la historia electoral del país desde la vigencia de la Ley Sáenz Peña de sufragio secreto y obligatorio, de 1912.
El ex presidente Carlos Menem no se presentó a disputar el balotaje a raíz de la imagen negativa que pesaba sobre él en la población, que algunas encuestas de opinión estiraban al 70 por ciento. El candidato de la Alianza Frente por la Lealtad había obtenido el 24,4 por ciento de los votos.
El tercer postulante con las banderas del justicialismo, Adolfo Rodríguez Saá, quien ocupó la Presidencia al renunciar el radical Fernando de la Rúa, había sido quien declaró la cesación de pagos de la deuda externa durante la última semana de 2001.
El agobio financiero causado por la deuda externa, la profundización de la recesión económica provocada por el gobierno de la Alianza, que rebajó 13 por ciento el salarios estatales y de las jubilaciones, condujeron al estallido productivo, cuya consecuencia más grave fue el empobrecimiento del 50 por ciento de la población, el crecimiento exponencial de la desocupación y la elevación a niveles desconocidos de la indigencia.
La decisión desesperada de De la Rúa de imponer un "corralito" a los depósitos bancarios fue la solución extrema imaginada por un economista de cuño neoliberal, Domingo Cavallo, que creó la convertibilidad (un peso, un dólar) durante el menemismo y que en 1982 había estatizado la deuda externa de las empresarios privados.
Las elecciones del 27 de abril de 2003 tuvieron lugar con la oferta de tres peronismos: la del menemismo, la de Rodríguez Saá y la de Kirchner, el más desconocido de los candidatos del justicialismo, que mostraba como gobernador de Santa Cruz una provincia ordenada, sin problemas administrativos, con las cuentas en orden y no identificado con el neoliberalismo.
Las elecciones presidenciales de 2003 se dirimieron entre 18 fórmulas, de las cuales las principales fueron las del peronismo, más la del ARI, de Elisa Carrió; la de Recrear, de Ricardo López Murphy; la de la Alianza Izquierda Unida y la de la UCR, de Leopoldo Moreau.
En el momento en que Kirchner asumió como Presidente había 46.000 predios rurales de la Pampa Húmeda hipotecados, la deuda externa estaba en los 162.000 millones de dólares, las reservas del Banco Central eran de 8.000 millones de dólares y la desocupación había llegado al techo del 25 por ciento, una cifra mayor que los votos obtenidos por el que se impuso en la primera vuelta del 27 de abril.
9 años más tarde, en un estadio de Velez colmado de militancia, Cristina Fernández de Kirchner decía: “Trabajemos juntos, unidos y organizados para construir un país mejor... ¿por qué no hacerlo el 27 de abril cuando comenzamos nosotros mismos a construir a partir de nuestras convicciones históricas, de nuestros principios políticos una historia que estamos escribiendo nosotros mismo y que jamás permitiremos que la vuelvan a escribir desde afuera o desde intereses contrarios a los de la patria.