Militancia

En el destino eterno de la historia, Padre Mugica

por La Cámpora
11 may 2014

78797_A“Hoy los cristianos hemos comprendido que esta exigencia del amor no sólo tiene una dimensión personal sino también, una dimensión estructural. Tengo que amar no sólo a nivel de individuos sino a nivel de pueblo. Y fue a nivel de pueblo que el peronismo, a través de su paso por el gobierno, realizó el mandato evangélico del amor real y verdadero a los humildesˮ,  Padre Carlos Mugica.

 En las figuras de tamaña trascendencia histórica como lo fue el Padre Carlos Mugica, se vuelve una proeza encontrar las palabras exactas para definir su acción y su pensar. Más aún, es una tarea casi imposible ser sintético para realizar un recuerdo digno de una persona cuyo legado trascendió las barreras de la muerte.

Sin embargo y tal vez como en ningún otro caso, al cumplirse 40 años del asesinato del Padre Carlos Mugica, una sola palabra puede resumir el espí­ritu cristiano y peronista del sacerdote de los humildes: Amor.

El amor fue el principal motor de la gigantesca tarea que llevó a cabo en los barrios, en las villas, de la mano del pueblo. Por amor, entregó su vida a difundir la palabra de Dios en los rincones postergados, donde la dictadura que fusiló, persiguió y buscó ocultar al peronismo no llegaba más que con prohibiciones y represión.

El amor fue el sentimiento que, lejos de ser guiado por la locura y la ceguera, le puso cimiento de raciocinio al proceder de Mugica. Estar con los pobres como así­ lo hizo y lo quiere Cristo. Estar con los pobres, como el peronismo.Como un destino eterno en la historia, su origen de “niño bienˮ lo puso de arranque en las antí­podas. Pero la experiencia atravesada por el amor lo devolvió a donde siempre tuvo que haber estado.

“Participé del júbilo orgiástico de la oligarquí­a por la caí­da de Perón. Una noche fui al conventillo como de costumbre. Tení­a que atravesar un callejón medio a oscuras y de pronto bajo la luz muy tenue de la única bombita, vi escrito con tiza y en letras bien grandes: 'sin Perón no hay Patria ni Dios. Abajo los cuervos' (= curas). La gente humilde estaba de duelo, y si la gente humilde estaba de duelo, entonces yo estaba en la vereda de enfrente".

Con la fe como bandera y el amor como estandarte, Mugica transformó su convencimiento en acción y su acción en epopeya. Como parte del Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo respiró los aires de pueblo y no se dejó intimidar por las presiones de la oligarquí­a al mando de turno. Recordar su vida y su obra es una tarea obligatoria para el tiempo que vivimos. Su sacrificio    y su compromiso nos obligan hoy, en otro momento histórico pero igualmente relevante, a profundizar nuestro trabajo con la profunda convicción de que a través de la justicia social y el amor seremos mejores.

Mugica es fuego en las páginas de la Patria y todaví­a arde en el corazón de su pueblo. A 40 años de su asesinato, hoy vive a través de sus enseñanzas y su ejemplo. Profeta en su tierra, hoy en el Cielo: Mugica, hombre de Cristo y de Perón.

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