Opinión

Es Ella

por La Cámpora
27 oct 2012
* por Juan Cabandié Tuve el privilegio de conocer a  Néstor, de compartir momentos  inolvidables, de jugar a la pelota con él, de aprender de él; aunque estoy seguro que  aprendí­  mucho menos de lo que  Néstor  me enseño. No me equivoco al decir que tuve el privilegio de vivir durante la Argentina de  Néstor  Kirchner, durante la preponderancia  polí­tica  y  mirada humanista  de  Néstor  Kirchner.  No nos equivocamos  al decir que conocimos  (en plural)a  Néstor, porque su legado, sus convicciones, sus principios, su sensibilidad popular y su inquebrantable  vocación  transformadora, es patrimonio del conjunto, del colectivo generacional que resistió los noventa,  de los de la resistencia, de la izquierda nacional y popular,  de los que nacimos a la  polí­tica  con él y del colectivo generacional que  habí­a perdido las esperanzas, los que estaban desanimados, los que no pudieron permeabilizarse con la destructiva cultura noventista y neo conservadora,  que gano espacio luego de la crisis del  petróleo  a mediados de la  década  del setenta en  occidente, y que hizo pie en la argentina, de forma contundente. Durante la campaña presidencial que se desarrollaba durante el año 2002,  vi  una entrevista  donde le preguntaban a Néstor  acerca de la adopción de niños por parejas del mismo sexo. El  aquel entonces candidato que no superaba los 4 puntos en las encuestas,respondió  con sorprendente soltura. "Si los adoptantes le van a dar amor,   ¿qué problema hay?". Ocho años después, se sancionaba la ley de matrimonio igualitario. En ese entonces, me generó real sorpresa la respuesta de un candidato al que  veí­a  tí­midamente como  una  opción  valida, pero que sabia que no gozaba de grandes chances. Por aquel entonces, la  opción  era contra el ya viejo noventismo, pero  que  no terminaba de morir polí­ticamente. Bajo ese endeble concepto me  inmiscuí­  en el apoyo, como un simple adherente a la posibilidad del  patagónico  Presidente. Luego  vi  con mucha  alegrí­a  la asunción  de 2003 y escuche con gran atención el discurso inaugural.  Néstor  hablaba de que era hijo de las madres y las abuelas, de la  generación  diezmada, de una Argentina normal.  Se  veí­a  en el congreso a presidentes que por esos años, uno no  acostumbraba a ver por estas tierras. Chavez, Fidel, Lula.  También  creí­  ver a Estela de Carlotto muy cerca de la familia del flamante Presidente; y fue mucha la sorpresa de que la Abuela a la que yo  habí­a  acudido pocos meses antes para conocer mi identidad, que hasta esemomento no tení­a, era solamente una firme sospecha;  este en ese lugar.  Lo  anecdótico fue descubrir meses mas tarde, teniendo mi identidad;  que no se trataba de Estela,  a pesar de la similitud de sus cabellos,  sino de la madre de Cristina, Ofelia. Las primeras palabras con  Néstor, fue a instancias de una reunión en  el despacho presidencial luego del acto de la ex Esma, a la que asistimos con Abuelas, Madres y Nietos.  Néstor, parado en la puerta de su despacho,  recibí­a  y saludaba  a cada uno de los invitados. Me toco entrar  último, y  Néstor  me dijo, "Alicia (Kirchner) me hablo muy bien de vos". No fue una gran definición  polí­tica, no fueron palabras de una tremenda épica  para plasmar en un libro, pero para mi fueron palabras de amor, de  protección, de cuidado. Eso es lo que  sentí­  todas las veces que estuve con  Néstor. Durante los largos  dí­as  de búsqueda de mi identidad,  durante el 2003,  tuve un temeroso llamado de alguien al que no  veí­a  ni hablaba hacia siete años, el apropiador.  Esta persona, sabia que  yo  estaba con dudas sobre mi origen. Especulo y quiso intervenir  o interrumpir el camino de la verdad. Me pregunto quien sabia de mis dudas. Con temor pero con absoluta firmeza, le espeté, elevando la voz. "lo saben Estela de Carlotto yNéstor  Kirchner". Yo no  conocí­a  al Presidente y él a  mí­  tampoco, pero fue una mentira piadosa para cubrirme. Necesitaba la  protección  de alguien, ante la impunidad del aparato y maquina del mal que tanto daño causo a nuestro pueblo. No me equivoqué,Néstor  me cuido. Y lo sigue haciendo ˮ¦ Tengo el privilegio de haber tenido una  relación  intensa con  Néstor,  pero que no deja afuera a  ninguno de nuestra  generación, hayan hablado  con él, o no. El fue  mucho  más que una gran referencia, fue  nuestro protector, el padre de todos  nosotros.  Desde el recuerdo, la  emoción  y la memoria, me atribuyo que fui como un hijo para  Néstor, y  con mayor firmeza aseguro que  Néstor  fue el papa que nunca pude tener. Varias veces repitió  en mi presencia que mis papás  tení­an  17 y 19 años respectivamente. Lo hacia para caracterizar las atrocidades cometidas por la sangrienta dictadura, lo hizo para explicarle a un funcionario despistado lo que significó  esa  época. Aunque  también  creo que lo hacia para decirme entre  lí­neas, "Juan, Cristina y yo los vamos a cuidar".  Así­  fue con  Néstor, y  así­  es en la actualidad con Cristina. A dos años del 27 de octubre, podemos aseverar que  ese  dí­a, paso la inmortalidad, como  así­  sucede con los grandes de la historia. Esta idea no pretende ser usada mecánicamente conformando un discurso de repetición permanente y constante, llegando al estatus de frases hechas y comúnmente utilizadas ante hechos similares. Por lo contrario, creo con í­mpetu, que las ideas superan a las personas, que los ejemplos, los hechos concretos y las acciones perduran, se eternizan en los pueblos, cuando se les hace bien. La pasión de  Néstor  por la  polí­tica  transformadora  y su  vocación  de cambio, hizo que las acciones,  método  e ideas de  Néstor, lo superen a él mismo.  Esa es parte de la explicación  que da entendimiento al por qué  miles y miles de jóvenes de distintos puntos del paí­s, nacen al  interés  polí­tico  a instancias de  Néstor  y  Cristina.  No alcanzarán  los  sociólogos  ni los especialistas en juventud para algo tan simple y tan olvidado por el sistema  polí­tico decadente  durante varias  décadas.  Néstor  fue  trasgresor, con todas las letras. Fue el  más  trasgresor  de todos. Los jóvenes  son el grupo etareo mas combativo a las injusticias. Los jóvenes son los  más  permeables a los cambios, los menos atados a los compromisos preexistentes de negociaciones dudosas donde se bajan las convicciones y los principios, como se baja de una escalera.  Néstor  creí­a  como Thomas  Kuhm, que para que cambien los paradigmas establecidos,  habí­a  que revolucionar, generar cambio, transformar.  Néstor  fue joven, fue  trasgresor, fue revolucionario para nuestra época  y apunto con su mira al horizonte, diciendo que"Cambio es el nombre del futuro". Entrada la madrugada de  una noche de invierno de  2010, luego de una sobre mesa, con algunos compañeros de La Cámpora, pudimos escuchar de su boca una promesa autocumplida en la actualidad.  Néstor  dijo que no  querí­a  ser el  último  de lo viejo, sino, el primero de lo nuevo.  Son muchas las veces que pienso acerca de la felicidad que debe tener, de ver las acciones transformadoras de Cristina, sus debates, su tarea ejemplar. Son muchas las veces que pienso que nosotros, estamos cumpliendo ese legado de lo nuevo, que él  decí­a. De  algo estoy  muy  orgulloso, colectivamente, estamos cumpliendo con la tarea encomendada, lo que antes hacia í‰l.  Estamos  cuidando  a Cristina. Es ella, es ella  ˮ¦,  decí­a  infinidad de veces. Lo sabí­a desde hace muchos  años. Era ella, la del 55%, la de YPF, la de la ley de medios, la del matrimonio igualitario, la del código  civil y penal, la de la ley del  peón  Rural, la de la ley  de tierras, la que va a liberar nuestra Patria.  Indiscutiblemente,  Néstor  tení­a  razón. Es Ella. Gracias  Néstor, Fuerza Cristina.