“No esperen que dos dirigentes puedan hacer todo. El “entre todosˮ también va a exigir que distintos dirigentes, distintos espacios, no solamente políticos o partidarios; sino sociales, sectores económicos, empresarios, medios de comunicación y cada uno de nosotros, los argentinos, podamos celebrar un reencuentro. Y también, como lo vengo diciendo hace tiempo, un contrato social que nos permita entender que no hay triunfos individuales ni realizaciones individuales sino es colectiva la realización de una sociedadˮ, subrayaba Cristina en la inauguración del parque Néstor Kirchner de Merlo, provincia de Buenos Aires, el 25 de mayo del año pasado.
El país heredado luego de cuatro años de gobierno neoliberal ya era sumamente complejo: desocupación de dos dígitos, una deuda externa condicionante y más de cuatro millones de nuevos pobres. “Con Néstor entramos al mismo laberinto al que vamos a entrar el 10 de diciembre y tengo una ventaja sobre muchos: yo estuve en ese laberinto y supe cómo salir. Vamos a volver a salir del laberinto en que nos han metido trabajando todos, codo a codo. Acá nadie sobra, todos hacen faltaˮ, sostenía Alberto frente a un auditorio emocionado, donde sobrevolaba la esperanza por un futuro mejor.
A partir de ese primer acto, comenzó a gestarse el Frente de Todos, donde fueron convocados no sólo los partidos políticos que enfrentaron al macrismo, sino también todos los sectores de la sociedad que buscaran la construcción de un país más justo y equitativo.
Fue también ese día en que la dupla que gobierna el territorio bonaerense tendría su primera foto. Axel y Verónica, una fórmula que condensa el conocimiento de la provincia de Buenos Aires con la capacidad para poder gobernarla.
A la enorme complejidad de hace un año, se le sumó la situación inédita y excepcional de la pandemia del nuevo coronavirus. Y quedó a la vista que sólo con la articulación y el compromiso en unidad, puede estar hoy haciéndosele frente.
La duplicación de las camas hospitalarias de terapia intensiva, el aumento exponencial de respiradores e insumos hospitalarios, la construcción de 12 nuevos hospitales modulares, la puesta en funcionamiento de aquellos ya terminados por la gestión de Cristina y abandonados por la de Macri y Vidal, el fortalecimiento de comedores y merenderos, el aumento de la entrega de alimentos y artículos de limpieza e higiene personal, la implementación de programas de ayuda financiera que intentan paliar la situación de las personas más vulneradas y hasta el rastrillaje casa por casa en los barrios populares; sería imposible sin compromiso y solidaridad. Funcionarios, funcionarias, legisladores y legisladoras, trabajadores y trabajadoras, que desde la primera línea de gobierno en adelante, asumen su rol de conducir los destinos de la Patria no desde un Excel y detrás de un escritorio, sino poniendo el cuerpo en el territorio, en cada barrio, ante cada necesidad.
Sería imposible, también, sin militantes territoriales en articulación con esas y esos dirigentes que no hacen retiros espirituales los fines de semana sino que ejercen su rol las 24 horas, todos los días. Sería imposible, en suma, sin un pueblo comprometido por torcer su destino y salir adelante en la adversidad.
“Si algo bueno podemos sacar de esta tragedia, es que acá nadie se salva solo. Sólo la sociedad organizada puede superar esta crisis", sostuvo Alberto recientemente en una reunión virtual del Grupo Puebla con ex mandatarios y líderes de la región.
Habitar el Estado en una pandemia requiere de la unidad estratégica con espacios políticos diversos y de un pueblo hermanado detrás de un objetivo común. Honrar nuestra historia, a nuestros héroes y heroínas; de seguir consolidando los lazos solidarios que permitirán finalmente construir una Patria Justa, Libre y Soberana.