No se trata de quien es más o mejor peronista que otro como escuché, quizás de gente que conduce mi partido,; ni quien es mejor o más cristiano; si hay una pose progresista o no si se vota a favor. Creo que tenemos que centrarnos en una cuestión de salud pública.
También escuché que una solución era la despenalización. Creo que todos estamos de acuerdo acá que la mujer no vaya a la cárcel si decide abortar. El problema es qué hacer después, porque después lo que viene es la clandestinidad. Cómo, dónde y cuando lo hace. Y si no tienen los recursos suficientes, quien la protege.
Creo que cuando uno ve este tipo de cuestiones escucha algunos argumentos que llevan a pensar que aquellas mujeres que están a favor van a ir a abortar ir corriendo en fila y en masa como si fuese una cosa bonita y divertida. Casi deshumanizante el analistas que uno escucha respecto de esta cuestión.
Yo les voy a contar dos experiencias. La propia, o las dos son propias si se quiere. La primera la que me tocó atravesar a unos días de la elección del 2011 cuando me tocó perder un embarazo. Que eran dos, primero se perdió uno y después a los días sucedió el final. Hospital público de Rio Gallegos, todas las condiciones de salubridad. Todas. Yo les puedo asegurar que hay que pensar seriamente el dolor y las cosas que suceden en ese momento y en lo que siente esa persona también, en lo que sentía la madre de mis hijos.
Cuando se la llevaban para terminar el raspaje porque estaba en peligro su cuerpo y cunado volvió también, acompañada por su madre por uno y la familia, y cómo lloraba y estaba preocupada por si podía volver o no a quedar embarazada. Hecho en absolutas condiciones de salubridad.
Después supimos que era trombofilia. Hoy por ejemplo para que te habiliten el trastorno es recién al tercer aborto involuntario.
Conocí y tengo una gran amiga que hace 19 años abortó. Hace unos días le pregunté qué diría ella si tuviera la posibilidad.
Me mandó un mensaje y me dijo “Todavía cuesta hablar y romper estructuras. La semana pasada hablé con mi psicóloga, pasaron más de 18 o 19 años. De cómo sigo guardando un secreto. Como duele que se juzgue. La falta de empatía. Hace tiempo que se lo quiero contar a mi hermano y no me animo. Imagínateˮ
En otro mensaje me dice: “Este derecho es poner voz a muchas que callaron por miedo, miedo a morir en hospitales, de angustia, de tristeza, en la clandestinidad. Morir en el silencio. Si se aprueba, es dejar entrar luz a para salir de la sombra que tanto nos pesa. Es sentir que pertenezco y soyˮ
“Que pertenezco a esta sociedad, que soy parte de ella, con mis decisiones que soy persona. No un objeto juzgado. No en la sombra clandestina. Años viviendo con ese sentimiento y ese secreto. Ya no, ahora quiero ser visibleˮ
Creo que estos fantasmas que se crearon con el divorcio o con el Matrimonio igualitario, del cual hasta dijeron que no nos íbamos a reproducir más y que la sociedad iba a dejar de existir.
Siempre vienen estos cucos de los miedos y apelar al miedo de una sociedad, obturando a la otra. Porque aquí nadie está obligando a abortar a nadie. Es tratar de proteger y de reconocer un problema.
Quizás esta no sea la solución ideal. Es la posible. Es la que tenemos a mano y le podemos brindar a las miles de mujeres que están afuera. Que este congreso no las mire con la nunca.
Quiero terminar con las palabras de un ex presidente, que la única ley que votó fue la de Matrimonio Igualitario: Por mandato popular, por comprensión histórica y por decisión política; educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir.