*Por el Frente de Mujeres de La Cámpora
No podía ser cierto. El mismo día que volvíamos a llorar a Fidel, el pueblo perdía a Diego Armando Maradona.
Escribimos esto sabiendo que aún caen lágrimas en todos los rincones de la Patria y del mundo. Escribimos conscientes de que no hay nada más funcional al sistema patriarcal que quedarnos calladas, sin expresar lo que pensamos y sentimos, sin afrontar contradicciones.
Por eso creemos fundamental que aportemos al debate desde nuestra mirada sabiendo, incluso, que esto será apenas un punto de partida para seguir pensándonos. Para seguir organizando y construyendo un feminismo popular, latinoamericano, plural y democrático.
No hay antecedentes en la historia de absolutismos que hayan construido consciencia popular. Más bien todo lo contrario, se caracterizan por dividir y romper con el espíritu diverso e interseccional que da vida y origen al gran movimiento feminista del que formamos parte.
Pero el feminismo en el que creemos y militamos no usa corsés. Se pone la camiseta y sale a la cancha con lo que tiene. Y lo que no, lo inventa.
Seguimos de cerca las discusiones que se dieron desde un sector del feminismo que buscó cancelar y juzgar a quienes lo lloramos. Que en pleno dolor hizo sentir su dedo acusador para que nos sintamos excluidas y menos feministas por llorar ante la pérdida que sufría el pueblo, del que orgullosamente formamos parte. No hay nada menos feminista que atacar y juzgar a compañeras, re-victimizándolas por pensar diferente y desde un lugar de presumida sabiduría y superioridad.
Las feministas sabemos mejor que nadie que quienes siempre cancelan y abolen son los sectores privilegiados. Que las reservas morales no existen. Y que crecen quienes permanecen en movimiento porque pueden analizar la realidad y decidir comprendiendo que la vida, por ende la política, es una tómbola.
Pero además, puntualmente en relación a la muerte de Maradona, creemos que hay un aspecto clave a contemplar, que tiene que ver con la comprensión histórica y la sensibilidad hacia una figura popular inigualable.
Durante todos estos días vimos en los barrios y en la televisión a millones de personas lamentando su muerte con un profundo dolor.
¿Cómo no sensibilizarse y ponerse tristes si millones de personas lo lloran y lo asocian a los momentos más felices que vivieron?
¿Cómo anteponer las teorías a las alegrías compartidas, a los recuerdos familiares, a la infancia?
¿Cómo escindir a Maradona de la recuperación de la dignidad nacional en épocas en las que se detenía y desaparecía a compatriotas, se empobrecía a la Nación y hasta quienes gobernaban y ocupaban cargos públicos nos definían como país bananero, como el tercer mundo, como el patrio trasero del mundo?
Maradona no es un dios, es un ser humano. Con contradicciones estructurales que tenemos todxs y responden al sistema que habitamos. Pero también con convicciones, que no dejó nunca ante las canchas ni los canales de comunicación.
Maradona representa mucho más que fútbol. Maradona hizo del fútbol y de la alegria una causa política. Por eso es parte de nuestra identidad histórica y nuestra cultura popular.
Por supuesto, todas y todes tenemos derecho a quererlo o no quererlo. Pero lo que nunca se puede omitir es la dimensión histórica que acarrea el amor popular y su valor simbólico en momentos claves de nuestra historia.
Maradona, siendo ya una figura de trascendencia y admiración global, repudió el terrorismo de Estado en Argentina. Sin ir más lejos, durante un partido con Paris ST Germain en 1982, le dio la espalda a la Junta Militar y aplaudió a la tribuna que desplegó una bandera exigiendo justicia por lxs 30.000 detenidxs-desaparecidxs mientras se cantaba el himno nacional.
Fue también Maradona una de las figuras populares que acompañó a las Madres y a las Abuelas de Plaza de Mayo cuando eso implicaba jugarse la vida. Y fue quien en el Mundial del ´86, en la cancha y en los vestuarios arengaba a los jugadores para que dejaran todo explicándoles que así podían hacer feliz a un pueblo que venía de años de tristeza y de la derrota de Malvinas. Y así, vino la mano de dios y el gol del siglo. Y la autoestima del ser nacional.
Años después se subió al Tren del Alba junto a líderes latinoamericanxs como Néstor, Cristina, Fidel, Chávez, Lula, Evo, las Madres y referentes de organizaciones sociales y políticas para consolidar la unidad latinoamericana y gritarle No al Alca al mundo entero y en la cara al mismísimo Bush.
Maradona militó por Argentina, por Latinoamérica y por la incansable lucha antiimperialista de la revolución cubana, dándole trascendencia mundial a los procesos populares que se gestaban en la región.
Y fue el mismo que, durante el macrismo denunció la quita de derechos y el feroz endeudamiento al que nos sometían como pueblo. Así como lo hizo visibilizando al poder de las corporaciones mediáticas y futbolísticas, desmantelando la corrupción de la FIFA y reivindicando a los y las futbolistas como trabajadores.
Por todo esto es que, como militantes del campo nacional y popular nos resulta imposible ser indiferentes ante la partida del Diego, escindir su referencia política de su gambeta mágica.
El Diego hizo, a través del fútbol, una causa política desde el momento en el que levantó la bandera argentina como símbolo de orgullo nacional, de dignidad y de felicidad colectiva. Una felicidad representada por alguien que, además, venía de nacer en Villa Fiorito y padecer en carne propia el odio y las desigualdades del sistema capitalista. Una felicidad construida en base al dolor y la falta de representatividad de los sectores populares.
Por eso, como Frente de Mujeres de La Cámpora, una organización popular y diversa, vivimos en carne propia el dolor por esta pérdida y nos hacemos cargo porque somos, orgullosamente, parte del hermoso pueblo argentino.
Al mismo tiempo, nos avergüenza y duele por partida doble que miles de personas hayan ido a despedirlo con amor, en familia y pacíficamente y a cambio recibieron balas de goma, gases y palazos.
Vamos a seguir pensándonos, colectiva y constructivamente. Pero sabiendo que los moralismos son inconducentes, cómodos, sectarios, punitivistas, sexistas y clasistas. En cambio, sentar posición desde el amor y el orgullo por lo propio, suele ser un lugar incómodo, pero capaz de abrir discusiones y contradicciones, de analizar en profundidad la raíz de nuestra identidad y de abrir paso a lo nuevo.
Maradona representa la felicidad de millones y de los más humildes de nuestra Patria. Maradona es la picardía popular ante el imperialismo, la inteligencia táctica, el orgullo nacional, la esperanza de que es posible construir viniendo del barro. Maradona es la certeza de que las victorias son populares… o no son.