El miércoles 19 de marzo se votó en la Cámara de Diputados un DNU que le da un cheque en blanco a Caputo para endeudarse una vez más sin límites ni condicionamientos con el Fondo Monetario Internacional. Una nueva deuda contraída en contra de la Constitución, las leyes argentinas y los propios estatutos del fondo y que, como dijo Máximo Kirchner, podrá ser declarada ilegítima e ilegal por el gobierno que inicie a partir de 2027. Una deuda impagable, cuyo único objetivo es someter más aún a nuestro país a los designios de la miseria planificada.
Durante una semana entera el gobierno infundió miedo para evitar por todos los medios que la gente se manifestara otra vez en defensa de los jubilados. Llegado el miércoles, las fuerzas federales pedían identificación a cualquiera que ingresara a la capital y se subían al transporte público a encontrar “sospechosos”, mientras desde el Ministerio de Seguridad se ofrecen recompensas que duplican las del caso Loan para quienes aporten “información valiosa” sobre los “barrabravas” que intentan “hacer un golpe de Estado”. Desde las estaciones de tren, una voz automatizada reproducía un mensaje surrealista, anunciando que la policía “va a reprimir todo atentado contra la república”.
Parece que quisieran festejar el 24 de marzo al revés, haciéndole tributo a Videla.
Pero a pesar del miedo y del amedrentamiento, la movilización sucedió. La Plaza del Congreso se pobló de jubilados y jubiladas, organizaciones políticas y sociales, deportivas y sindicales, feministas y estudiantiles. La valentía de nuestra gente contrasta de forma casi poética con la cobardía de los paladines del “no estoy de acuerdo pero voy a votar a favor”.
Maestros de la instrucción cívica y doctorados en las formas republicanas que se ponen de rodillas ante un presidente que les dice ratas, pone jueces por decreto y protagoniza estafas piramidales. No les alcanzó con meter bajo la alfombra el tratamiento del DNU 70 ni con darle facultades delegadas a alguien que, como dijo Máximo en su discurso, “o es un estafador o no puede identificar una estafa a dos centímetros de su nariz”.
En 2022 cuando Alberto y Guzmán trajeron el acuerdo con el FMI lo advertimos: la propuesta era absolutamente insostenible y de forma irremediable volveríamos a tener la misma discusión en 2025. Y acá estamos, otra vez pateando el problema para adelante. En 2028 será nuevamente el día de la marmota.
En lugar de defender nuestra soberanía, eligen subordinarse todavía más, creyendo que ganan tiempo. Pero el tiempo que gana el gobierno, es tiempo que pierde nuestro pueblo, es mayor desorganización de la vida, mayor frustración, mayor resignación. Máximo lo explica así: “con esta deuda no tenemos país. Somos marionetas digitadas desde afuera mientras nos destrozan los ríos, las montañas y se llevan todo (...) Con muerte y tortura, la dictadura argentina se fue con 300% de inflación. Esto no va a funcionar”.
Los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional no son gratuitos.
No se trata sólo del enorme monto de intereses que tenemos que pagar por cada nuevo préstamo o refinanciamiento: cada desembolso de dólares va atado a condicionamientos y limitaciones a la soberanía política y la independencia económica de nuestro país. En otras palabras, nos dan plata para imponernos planes de ajuste y modelos de bicicleta financiera que benefician a muy pocos y perjudican a casi todos. Pero frente a un pueblo que no se resigna a perder derechos, solo hay una alternativa: la persecución y la represión.
En 1976, el FMI le prestó a la dictadura cívico-militar el monto más grande hasta ese momento destinado a América Latina. El Fondo fue cómplice de las medidas económicas que tuvieron como consecuencia una pérdida de poder adquisitivo de los argentinos y las argentinas de un 46%, la disminución de la participación de los trabajadores en el PBI del 48,2% en 1975 al 29,3% en 1982, y una crisis económica general a partir de 1981 producto de la consolidación del modelo de valorización financiera que reemplazó al modelo industrialista.
Todas estas medidas pudieron aplicarse gracias al plan sistemático de terror y exterminio ejecutado contra el pueblo argentino en general y contra la militancia revolucionaria de las organizaciones políticas y sindicales, en particular. Sin centros clandestinos no había Martínez de Hoz.
Desde hace varios años, las grandes corporaciones que antes recurrieron a las Fuerzas Armadas para imponer sus intereses, utilizan los shocks (devaluatorios, inflacionarios y de ajuste), los bombardeos mediáticos y el apriete judicial (lo que llamamos lawfare), para quebrar y disciplinar la voluntad de los dirigentes, y de esta forma causar zozobra, tristeza y apatía en el alma de nuestro pueblo, que pierde su autoestima y se siente indefenso por todas partes.
Por lo tanto, la traición y la deserción no se pueden tolerar: si todos los diputados y diputadas que entraron con las boletas del Frente de Todos y Unión por la Patria hubieran votado negativamente, el DNU habría sido derrotado.
Enderezar al peronismo es honrar la confianza del pueblo y las banderas de soberanía política e independencia económica, sin las cuales no puede haber justicia social. Con el FMI manejando los hilos del gobierno, no hay Patria que aguante. El modelo económico de Milei, que no para de quemar reservas del Banco Central, es insustentable y no durará para siempre. Pero entre tanto nos llevan puestos a todos los argentinos y argentinas. Es responsabilidad de la política ponerle un límite.
Por eso dijimos que no. Porque así las cosas no van a funcionar. Porque tenemos la firme convicción de que no habrá una mejora real en los ingresos de nuestros jubilados y jubiladas, ni una nueva moratoria, hasta que sean derrotadas las pretensiones del FMI y, con ellas, la sumisión enfermiza del partido de la deuda cuya figura estrella es Toto Caputo. El mismo Caputo que nos arrojó al Fondo en el 2018 y ahora finge que todo va a salir bien. Si hay un pronóstico que no falla en nuestra historia es que los acuerdos con el Fondo siempre salen mal, y los termina pagando la gente.
En la sesión quedó clarísimo: la Libertad Avanza y el PRO dieron quórum para votar el endeudamiento, pero se escaparon cuando había que tratar la moratoria previsional.
Metáfora perfecta de lo que ocurre cuando gobierna el FMI. Matan de hambre a los viejos y, al salir a protestar desesperados, les pegan sin piedad. Así es este gobierno de mierda: débil con los fuertes y fuerte con los débiles. Todo pasa, sin embargo. Y por cada medida que agreda al pueblo, multiplicaremos—con militancia y organización, en la calle y en los barrios— la fuerza social y política que se oponga y sea una alternativa a este régimen, hasta que finalmente se dé vuelta la taba. Con la certeza de que esta deuda, ilegal e ilegítima, no la vamos a pagar.
Este 24 de marzo marchamos una vez más, desde la Ex-ESMA hasta Plaza de Mayo. Catorce kilómetros caminando para, como dijo un militante el 24 de marzo pasado, llevar a los compañeros desaparecidos con nosotros a la Plaza. Porque otros caminaron, para que otros caminen. Pero este año con la plena convicción de que en la lucha permanente por la memoria, la verdad y la justicia no alcanza con denunciar las violaciones de derechos humanos, el genocidio, el robo de bebés, la complicidad, el encubrimiento, el negacionismo. Como dijo Rodolfo Walsh, era en el plan económico donde estaba la verdad de la dictadura militar.
Y por eso el Nunca Más debe ser también al neoliberalismo, al ajuste, al endeudamiento criminal y, definitivamente, al Fondo Monetario Internacional. Este 24 marchamos con ła consigna FMI NUNCA MÁS.