Política

Francia: Los trabajadores resisten el avance neoliberal de Macron

En el paí­s de la Revolución Francesa y la Declaración Universal por los Derechos Humanos, desde el año pasado con la asunción de Macron como presidente, se ha iniciado una serie de huelgas y protestas sociales a causa del fuerte ajuste neoliberal que propone, y está llevando adelante, el gobierno francés.
por La Cámpora
28 abr 2018
Hoy según la CGT francesa, son 500 mil los manifestantes que salen a las calles, el desenlace de las protestas sociales que se están llevando adelante dependerán del apoyo que puedan generar en la sociedad civil. Cabe destacar que fue en 1864, cuando “la huelgaˮ quedó formalmente despenalizada en el territorio francés y  es entonces que cada vez que una polí­tica pública provoca desestabilización social de algún tipo, los sindicatos  responden con unión y organización. El origen de estas multitudinarias protestas y movilizaciones es directamente proporcional al comienzo de la presidencia de Emanuel Macron que, desde 2017, envuelve a Francia en un clima de enojo social. Hoy, en el paí­s de la declaración universal por los derechos humanos, la noción de igualdad se asemeja más bien a la noción de flexibilización laboral. Mientras tanto, la libertad se vio remplazada por una vigilancia excesiva para contrarrestar las supuestas amenazas terroristas. Y en tiempos de represión policial y desgaste de los derechos de los trabajadores la única fraternidad posible es, entonces, la huelga. Las primeras revueltas populares comenzaron el año pasado con la supresión del impuesto a la fortuna como primera medida de gobierno, seguida por la baja de las asignaciones sociales. Justo en el año donde el paí­s festeja el 50 ° aniversario Del Mayo Francés, Macron va por más. Es así­ que, las polí­ticas impulsadas por un incansable defensor de los derechos aristócratas de una monarquí­a financiera que se afianzó en los últimos años, propone a Francia una pesadilla neoliberal, un plan económico y social de shock: Precarización de los contratos, abandono de los beneficios del histórico estatus de funcionario estatal, baja de efectivos para el personal hospitalario, cierre de puestos en la educación nacional. Mientras que el ejército ejerce bombardeos en Siria sin consentimiento alguno de la ONU, la cámara de diputados acaba de aprobar la reforma migratoria, la cual  prevé expulsiones más sencillas, la apertura de nuevos centros de retención administrativa para las personas en situación irregular, pero sobre todo no propone ningún avance en polí­ticas de integración. La falta de éstas, que implican algo tan sencillo como cursos de francés adaptados a los nuevos flujos migratorios, engendra un aumento de simpatizantes por el partido de extrema derecha, el “Front Nationalˮ. Dato no menor, es saber que Francia va camino a la privatización de su sistema ferroviario. Una vez más, las polí­ticas implementadas por el Gobierno francés se traducen en perdida de beneficios para los trabajadores ferroviarios, así­ como la apertura al mercado de empresas privadas. La baja de las frecuencias, la impuntualidad y la suba de tarifas para los usuarios es el triste final de este nuevo episodio del neoliberalismo.   Pero mientras los medios se hacen un festí­n hablando de la baja de manifestantes y el presidente no se demora en tildar a estos últimos de “vagosˮ, más del 38 por ciento de los ferroviarios se ha organizado para realizar huelgas aleatorias. Dos dí­as de paro consecutivos por semana durante tres meses aseguran la continuidad de la lucha. La solidaridad intacta hace que los  agentes administrativos recolecten fondos para que los paros no impacten el bolsillo de los ferroviarios. La organización se hace sentir. Lo que más debe temer el gobierno actual es la unión sindical de los  ferroviarios con los estudiantes. Ya sucedido en 1995 bajo la presidencia de Jean-Jacques Chirac, ferroviarios paran el medio de transporte más importante del paí­s mientras los estudiantes, en un anhelo sesentista, toman las universidades. Lo que se juega hoy es el acceso a la universidad. La idea casi darwinista de “selección naturalˮ es vendida a los jóvenes como un avance igualitario. Alcanza con mirar de cerca para ver que los únicos beneficiarios de esta medida donde la orientación vocacional se define por sorteo, son las universidades privadas. Son más de 75 las universidades tomadas y ya resuena en las calles del hexágono una melancolí­a al son de un gran mayo 2018. Aeronáuticos, docentes, enfermeras, ferroviarios, funcionarios y estudiantes. La lucha es la misma. Es la de no ceder frente al avasallamiento de derechos en uno de los estados de bienestar indiscutiblemente más viejos del mundo. Es volver a ser un paí­s que recibe a sus extranjeros en condiciones dignas en lugar de expulsarlos. Es tener la última palabra frente a un delegado de la nobleza gubernamental, cuya arrogancia no es más que el sí­ntoma principal de un enfermo de la meritocracia, en tiempos de pandemia neoliberal.
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