Luego de un juicio político que se encuentra teñido de fraudulento contra Dilma Rousseff, juicio que se encontró lleno de vicios en cuanto al procedimiento del mismo y nulo en lo que concierne a su mérito, y que fuera respaldado únicamente por diputados y senadores que, haciendo caso omiso a la voluntad de millones de brasileños que hace menos de dos años habían elegido a su presidenta. Todo esto con la clara complicidad del Supremo Tribunal Federal de Brasil.
Entonces y visto el procedimiento que Michel Temer junto a otros llevaron adelante contra pueblo brasilero y a su presidenta, queda en evidencia que Temer es un gobernante sin votos. Siendo este el representante del capital financiero, de los intereses concentrados, de los medios de comunicación hegemónicos, de las grandes potencias occidentales. Representando asi a quienes vienen a imponer dentro de la región las políticas de derecha conservadora con un programa neoliberal de pérdida de derechos, de retrocesos, de concentración de la riqueza, de pérdida de soberanía sobre los recursos estratégicos de Brasil y de sumisión a los intereses geopolíticos foráneos.
El golpe a Dilma Rousseff no fue y es sólo un golpe a la democracia, sino más bien a los programas sociales que habían sido impulsados por el gobernó del Partido de los Trabajadores y que fueran reconocidos en todo el mundo. Implicando de esta manera un golpe a la dignidad de los trabajadores, al lugar construido de los sectores populares en la vida brasileña. Por lo que implica un golpe a nuestra Patria Grande, y a los destinos de Latinoamérica, al proyecto democrático, igualitario, soberano e independiente de región.
Y Michel Temer ha sido claro al respecto cuando anuncio que los derechos económicos, sociales y culturales reconocidos en la Constitución brasileña de 1988 y propio “pacto social de la redemocratizaciónˮ deben ser anulados, y que además el presupuesto nacional debe ser congelado por 20 años para financiar la renta financiera y la concentración del ingreso. Puesto que Petrobrás y el presal deben ser privatizados, el patrimonio público y los recursos estratégicos deben ser entregados y la política externa altiva y activa de Brasil debe ser neutralizada.
Para llevar adelante todo este programa de retroceso Temer cuenta con el apoyo de su par Mauricio Macri, quien rápidamente mostro su simpatía por lo que estaba sucediendo en Brasil, reconociendo y haciéndose eco de lo que se estaba llevando adelante contra Dilma Rousseff y el pueblo brasilero.
Los objetivos de esta derecha conservadora es debilitar las instituciones regionales, desmantelar las bases de los proyectos de desarrollo regional autónomos y es por esto que las organizaciones sociales hoy salieron a decir:
¡Fuera golpistas de América Latina!