Genocidas con privilegios
Miguel Etchecolatz, genocida condenado por cometer crímenes de lesa humanidad como robo de bebés, secuestros, torturas, desapariciones y asesinatos durante la última dictadura cívico militar; fue beneficiado con la prisión domiciliaria, la cual ejercería en la Ciudad de Mar del Plata.
por
La Cámpora
28 dic 2017
El Partido Judicial bien sabe adaptarse a los Cambios. En medio de un clima de época impulsado desde el gobierno, que promueve la reconciliación con los represores, sostiene una mirada negacionista del genocidio intentando reinstalar la teoría de los dos demonios y pone en duda el número de desaparecidos; comienzan a sucederse por parte de ciertos tribunales este tipo de decisiones, y tras el repudio popular que hizo dar marcha atrás al beneficio del 2x1, se empezaron a tejer otras estrategias para favorecer a condenados: prisiones domiciliarias, unificación de penas, beneficios durante los procesos judiciales.
Miguel Etchecolatz fue director de investigaciones de la Policía Bonaerense durante la última dictadura cívico militar y, como tal, tuvo a su cargo los 21 centros clandestinos de detención de la provincia. Entre otras atrocidades, es responsable de la desaparición de los jóvenes estudiantes en lo que se dio en llamar La Noche de los Lápices.
Cuando aún no se investigó su participación en la segunda desaparición de Jorge Julio López, la cual se dio en el marco de las declaraciones en juicio contra su persona, cuando jamás brindó información sobre qué le hicieron ni tampoco sobre el paradero de los niños y niñas a los que sustrajo su identidad, como por ejemplo Clara Anahí; se ve beneficiado con un privilegio que nos interpela.
El ex jerarca de la bonaerense, mano derecha de Ramón Camps, ya había gozado de la prisión domiciliaria, la cual le fue revocada luego de que un grupo de jóvenes denunciara haber sufrido amenazas con un arma de fuego por parte del genocida.
El arma fue efectivamente encontrada en su vivienda. A su vez, en otras oportunidades, había requerido este beneficio y se sospechó de fraude en las pericias médicas que argumentaban, como ahora, la necesidad clínica de este privilegio.
A Etchecolatz le permitieron incluso elegir dónde residir, dado que a partir de un informe socioambiental le aprobaron regresar a donde tiene fijado su domicilio: el Bosque Peralta Ramos, en la Ciudad de Mar del Plata. Este privilegio le fue negado, por ejemplo, a Milagro Sala, detenida sin condena por ser una militante social comprometida con las causas justas. El Partido Judicial se manifiesta blando con los represores y duro con los dirigentes políticos. A imagen y semejanza, el gobierno es duro con los débiles y blando con los poderosos. Otra vez.
El único lugar para un genocida es la cárcel común, perpetua y efectiva. Nosotros no perdonamos, no olvidamos y no nos reconciliamos. No buscamos venganza, sino Justicia. Esperamos que las instancias de apelación venideras, revoquen esta excepción para que así no llegue a transformarse en regla este privilegio. Por la memoria de nuestros compañeros y compañeras, no pasarán.