Política

Grito de ayuda desde La Garganta

Los pibes de la Garganta Poderosa no están a salvo. Efectivos de la Prefectura no sólo siguen torturando gente, sino que mantienen amenazados a Iván y a Ezequiel por haberlos denunciado a fines del mes pasado.
por La Cámpora
7 oct 2016
Iván Navarro, uno de los jóvenes torturado el 24 de septiembre pasado, contó por televisión las aberraciones que padeció en la vera del Riachuelo por parte de la Prefectura Naval Argentina. La noticia tuvo amplia repercusión en los medios de comunicación, las redes sociales y en el amplio arco  polí­tico opositor, aunque también cuenta hasta con el “silencio de los responsablesˮ, como relata La Garganta. Los prefectos involucrados se entregaron, pero tienen aliados que siguen probando hasta dónde pueden avanzar con el terror. Patricia Bullrich parece no considerar que esta sea una ocasión para expresarse. Quizás la vida de algunos valga menos que la de otros, tal vez crea que algo habrán hecho Iván y Ezequien (y cualquiera que se le parezca) para merecer el dolor y el miedo de golpes y promesa de muerte. Luego de la exposición de Iván en la tele, volvió al barrio y vio cómo dos prefectos golpeaban a otro chico, contra la pared de la Casa de la Cultura. Se acercó para mirarles la identificación y escuchó los motivos del hostigamiento: “Ahora van a cobrar todos, por habernos escrachado en los mediosˮ. Lo vieron a Iván mirarlos, y con la valentí­a que implica la empatí­a con el otro, con el pibe que golpeaban los prefectos, les dijo que él fue quien los habí­a denunciado. En ese momento lo empezaron a correr con la intención de sacar el arma. Llegó a su casa temblando de miedo. Se salvó una vez más, pero ¿Cuánto más podemos tentar a la suerte? “El pedido es fuerte y claro, el que no oye es porque no quiere. Acá hay responsables con nombre y apellido. Las fuerzas de seguridad reciben órdenes. Tome la decisión, Ministra, el pueblo ha elegido representantes, cumpla con el deber que le encomendaron. Desde acá abajo seguiremos gritandoˮ, concluyeron.
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