Se viven momentos decisivos para la democracia en Brasil y Nuestra América. La ofensiva que comenzó con el golpe institucional a Dilma continuó con la implementación de un durísimo programa de ajuste y despojo de derechos al pueblo y las y los trabajadores. La continuidad y profundización del golpe, tiene como objetivo final destruir el bloque social y político a través de la proscripción de su principal líder y candidato para las presidenciales de octubre.
Tras la negativa de la Corte a dar curso al habeas corpus presentado por los abogados de Lula, el pedido de detención del juez Moro no se hizo esperar. La reacción popular en defensa de Lula tampoco. El viernes, una multitudinaria movilización en Buenos Aires acompañó la movida en distintos puntos de Brasil cuyo epicentro fue el legendario Sindicato de Metalúrgicos, en pleno corazón de San Pablo, donde todo empezó: allí fueron las huelgas donde surgió el liderazgo de Lula, allí se fundó el PT y allí también fue Lula a rodearse por su pueblo para desafiar el plazo de 24 hs que le dio el Juez Moro para su detención.
El sábado, el sindicato amaneció desbordado por un mar de compañeros y compañeras que buscaban abrazar a Lula como demostración de apoyo ante la embestida judicial. No era un día cualquiera: además de estar cercado por el poder mediático, económico y judicial, se conmemoraba el primer cumpleaños de su compañera Marisa luego de su fallecimiento. Todos los sentimientos se vivían a flor de piel cuando se realizó una multitudinaria misa ecuménica en homenaje a Marisa, en la que Lula dio un discurso histórico, vibrante y emotivo.
Ante una multitud que le pedía a su líder que no cumpla con la orden judicial, el expresidente Lula les pidió que sigan luchando: "Yo voy a cumplir la orden de prisión. Y todos ustedes van a ser Lula y van a caminar por este paísˮ, "Cuando yo pare de soñar, soñaré en la cabeza de ustedes. No basta con que ellos me detengan. Yo soy una idea. La muerte de un combatiente no para la revolución".
La definición política de Lula de entregarse temporalmente tuvo que ver con ganar tiempo para nuevas medidas de revisión de la constitucionalidad de la ley por la que fue condenado, sobre las que el STF debería resolver antes de este miércoles. Cualquier actitud contraria a la institucionalidad, por más ilegítima que hoy sea esa misma institucionalidad, lo dejaría automáticamente afuera de la carrera, que es justamente lo que busca el trípode del poder judicial, económico y mediático que hoy conducen los destinos del país. En la gran crisis política e institucional que se vive en Brasil, el delicado equilibrio entre la movilización callejera y las acciones judiciales es donde se juega el futuro de Lula y el campo popular.
Lula, termino su discurso recordando porque lo condenan, y cuáles son los sueños que hoy quieren proscribir:
“Hace mucho tiempo atrás soñé que era posible gobernar el país incluyendo a millones de personas pobres en la economía, incluyendo a millones de personas en las universidades, creando millones y millones de empleos en el país.
Yo soñé. Ese crimen cometí y es ese crimen el que ellos no quieren que cometa más. Y si es por esos crímenes, de colocar pobres en la universidad, negros en la universidad, que los pobres coman carne, que los pobres compren coches, que los pobres viajen en avión, hagan su pequeña agricultura, puedan ser microemprendedor, tener su casa propiaˮ¦ Si ese es el crimen que he cometido, quiero decir que voy a seguir siendo criminal en este país porque voy a hacer mucho más. Voy a hacer mucho más.ˮ
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