Política

La luz del tunel sigue sin verse

No hubo segundo semestre y tampoco habrá tercer semestre. Las proyecciones económicas empiezan a reducir las expectativas mientras los problemas económicos se profundizan con el correr del tiempo.
por La Cámpora
21 feb 2017
El año pasado la vicepresidenta Gabriela Michetti apeló a una curiosa metáfora para explicar las expectativas del gobierno. Dijo que el paí­s iba por un túnel muy oscuro, pero que en el segundo semestre (de 2016) comenzarí­a a verse la luz del final del túnel que indicaba el inicio de la prosperidad. Ya comenzó el tercer semestre de Cambiemos en el Gobierno y la luz de la prosperidad no la ve casi nadie (las cerealeras, las mineras, las eléctricas y el sector financiero la han visto y con creces). Todos los meses uno observa los indicadores de la construcción, la actividad económica, la industria, las ventas minoristas o el empleo y los resultados son alarmantes. Estos dí­as se conocieron una serie de noticias que van en la misma dirección. Habí­an prometido el repunte de las economí­as regionales y se conoció que la producción lechera de 2016 fue la peor en 46 años. Tuvo una disminución interanual del 15% y se cerraron 460 tambos. La baja se explica por la retracción de la demanda externa y por una caí­da del consumo interno. Si los argentinos están reduciendo la compra de leche es porque antes recortaron decenas de otros gastos. Cuando la plata sigue sin alcanzar no queda opción que reducir el consumo de productos esenciales para la vida diaria. En otro orden de cosas, el Gobierno oficializó la eliminación del arancel del 35% para la entrada de notebooks, tablets y computadoras extranjeras. No conforme con eso, la licitación para la compra de computadoras por parte del Estado elimina el requisito de producción nacional, en una clara polí­tica de desmantelamiento del desarrollo informático argentino. Los especialistas no pronostican que vaya a haber un cambio sustancial en los precios como promociona el Ministerio de Producción, pero sí­ creen que va a afectar sensiblemente el empleo en el sector, sobre todo en Tierra del Fuego. A los retiros voluntarios en BGH y los 200 despedidos de Banghó, desde la UOM estiman que diez mil puestos de trabajo van a peligrar. En otro golpe al bolsillo, a las subas del gas y la luz pronto se vendrá otro tarifazo de agua y probablemente un aumento de 33% de los colectivos. Un combo de medidas que junto a la suba de la nafta y los peajes tiene un doble efecto: reducir poder adquisitivo y aumentar los precios. Tan mal está la situación que desde el FMI tuvieron que salir a decir que “hay menor expectativa de crecimientoˮ para Argentina en 2017. Lo mismo hizo el Banco Mundial que redujo la proyección de crecimiento del paí­s en su informe “Perspectivas económicas mundialesˮ. Si algún trabajador tení­a ilusiones de recuperar salario, el propio Macri dijo en conferencia de prensa que su idea es que haya un techo del 20%. No quedan dudas de que van a ir a fondo con ese ajuste: Jorge Triaca ya pidió el juicio polí­tico a los camaristas que ordenaron respetar la paritaria bancaria. Amenazan a los miembros del Poder Judicial que no convalidan el ilegal saqueo de derechos que pretenden ejecutar. El parate de toda la actividad consecuencia de su polí­tica frenó cualquier llegada de inversiones. Por eso, los únicos brotes verdes que hay son los de la deuda que Luis Caputo no para de tomar. El Gobierno Nacional ya tomó deuda por más de U$S50.000 millones y este 2017 continúa tomando fondos del Banco Nación y la Ansés. Ese dinero no fue para reactivar la obra pública, sino para financiar la fuga de capitales y cubrir el déficit fiscal. La deuda externa tomada por el Ejecutivo nacional sumado a los U$S9.100 que tomaron las provincias supera los pocos más de U$S49.000 millones de reservas que tiene el Banco Central. En otras palabras, Macri se endeudó de tal forma que ni dejando sin un peso a la máxima entidad monetaria puede cubrir lo que debe el paí­s. Al final del túnel más que una luz hay un precipicio al cual están empujando a la inmensa mayorí­a de los argentinos.
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