El pedido de Sabag no está exento de lógica: que me defiendan los que me trajeron hasta acá. Si alguien le soplara al oído la composición de la Sala IV de Casación Penal, que hoy confirmará sin ninguna duda la condena a Cristina en la Causa Vialidad, capaz pide también que lo defiendan Hornos, Borinsky y Barroetaveña. Jueces macristas, amigos de fútbol y padel de Mauricio, asiduos visitantes de la Quinta de Olivos. La impunidad con la que operan es tal que casi la totalidad del fallo se ha conocido ya en Clarín, La Nación e Infobae. Ya sabemos como falla cada uno, cuántas fojas tiene el expediente y hasta el entusiasmo que genera en la Casa Rosada.
Vialidad es una fake news hecha fallo judicial. Un crimen inexistente cometido por alguien que no podría cometerlo ni hipotéticamente. Un enorme globo de humo inflado por intereses concentrados y odio peronista. Con toda la guita y el poder del mundo, no pudieron ni siquiera inventar una prueba creíble, ni un testigo falso. Solo un relato mediático amplificado y una mafia judicial dispuesta a hacer cualquier cosa.
La persecución a Cristina no es por lo que hizo. No es una revancha servida fría ni es un vuelto de la década. La persecución a Cristina es por lo que puede hacer. Es su potencia política. Por eso acomodan los fallos en los calendarios electorales; por eso cuando apareció la postulación al Partido Justicialista corrigieron el anuncio para largarlo apenas cuatro días de la fecha de una posible interna partidaria. La persecución interminable porque el miedo que le tienen a Cristina es inmenso.
La proscripción es una condena colectiva: castiga a cada argentino y a cada argentina al quitarle el derecho a elegir libremente a sus representantes. Pero dentro y fuera del peronismo hay quienes se relamen: sin Cristina es todo más fácil para los dirigentes; sin Cristina todo es más difícil para la gente.
Nosotros no especulamos. En este día y cada día, todas y todos con Cristina.