Como peronistas reivindicamos las banderas históricas de independencia económica, soberanía política y justicia social. Y es que el peronismo nació del pueblo argentino como un movimiento de masas con claros conceptos filosóficos que sostienen la acción política llevada adelante por la militancia organizada.
Nuestra historia atravesó distintas etapas, pero todo puede resumirse en la lucha constante entre los intereses de la oligarquía conservadora por retener sus privilegios y los intereses de las mayorías populares por conquistar sus derechos. En este dilema histórico, el peronismo fue un punto de inflexión en la Argentina y en América Latina.
Es importante, entonces, desentrañar lo que encierran estas luchas y cómo las traduce el discurso dominante elaborado por los poderes fácticos que tienen sus propios voceros en la política, ese discurso que pretende imponer un supuesto “sentido comúnˮ que se presenta incuestionable.
Entre esas verdades impuestas, nos quieren hacer creer que esa lucha es de otro tiempo y que no es “modernoˮ debatir puntos de vista desde posiciones ideológicas, tratando de desalentar el pensamiento e instalando que en la política no hay lugar para la ideología, solo para la acción y que la ideología es patrimonio solo de los intelectuales y no del pueblo. Pero esta lucha de intereses es tan histórica como actual, y las acciones en la política están direccionadas por las ideologías, y eso no está mal, porque las ideologías tienen que ver con las convicciones. Ellos no quieren que la política esté dirigida por las convicciones, porque quieren que la política se mueva por ese “sentido comúnˮ creado e impuesto.
El intento de vaciar de ideas a la política, es lo que dio lugar a que se instalara en el discurso, por ejemplo, eso de que “el peronismo da para todoˮ ˮ“o que la Alianza iba a funcionar, o que la mezcla de radicales con la derecha está bien, porque es el “juegoˮ de la política- sin olvidar que para llevar adelante ese intento de vaciamiento de ideas se llevaron la vida de miles de compatriotas y se robaron la identidad de una generación.
Por eso Néstor y Cristina fueron y son tan importantes en esta etapa de la historia, porque nos devolvieron la posibilidad de tener convicciones y de saber que esas convicciones son las que deben motorizar la acción política. Porque para tener ideologías o convicciones, es necesario creer, y los jóvenes necesitamos creer, el pueblo argentino en el 2003 necesitaba creer. Por eso, cuando Néstor dijo “no pienso dejar mis convicciones en la puerta de la Casa Rosadaˮ, estaba diciendo que era mentira lo del fin de las ideologías, que el pragmatismo no era la única regla del juego en la política, y ahí también pudimos ver que el peronismo no da para todo, que el peronismo es uno solo, que debe adecuarse a los tiempos históricos y ser dinámico, porque es doctrina, pero también es movimiento.
En la provincia de San Luis, llevamos 32 años de un gobierno del mismo signo político. Un gobierno que se dice peronista. Por eso quise escribir estas palabras. Porque no es de peronista haber declarado en quiebra al país ante el mundo renunciando así a la bandera de la independencia económica y condicionando nuestra soberanía política, así como no es de peronista haber sometido a nuestra provincia durante todos estos años a la marginación de políticas sociales como la AUH, renunciando a la bandera de la justicia social. El gobierno de los Rodríguez Saá, ha intentado sistemáticamente la desintegración social, política, cultural y económica de nuestra provincia, llegando a tener como lema el de “San Luis, otro paísˮ, introduciendo una consigna peligrosísima con un mensaje político de desintegración, pero también un mensaje negativo en la construcción de identidad argentina.
En parte, esto explica por qué el kirchnerismo movilizó nuevamente la masas, por qué el kirchnerismo movilizó a la juventud argentina, pero también explica por qué estructuras rancias y estáticas enquistadas en la política, como la dirigencia del PJ sanluiseño, no es peronista, porque no es dinámico, porque no postula convicciones, porque ante el dilema de la lucha entre los intereses del poder concentrado y los intereses populares, siempre prevalecieron los negociados con un poder económico privado que se confunde con lo público.
El kirchenrismo resignificó el peronismo, pero aún más que eso, resignificó la política, porque las banderas de independencia económica, soberanía política y justicia social que se levantaron desde el 2003 no son ya patrimonio de un partido, sino de todo el pueblo argentino. El desafío que tenemos como jóvenes, como una nueva generación militante en nuestra provincia, es resignificar el peronismo y la política en San Luis y convocar a todos los puntanos a reconstruir juntos los lazos sociales desintegrados desde la lógica de gobierno feudal, para democratizar el ejercicio del poder para lograr la felicidad del pueblo.
Ivana Serrano (San Luis); la compañera es candidata a Diputada Nacional por el FpV.
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