“Es necesario construir organización, profundidad territorial de la organización, profundidad sectorial en los sindicatos, en las fábricas. Una sola persona no puede. Tiene que haber una organización”, nos decía Cristina el último 25 de mayo en la Plaza. Por eso, tomamos la posta con más militancia, ensanchando las bases de nuestra organización, hablando y, fundamentalmente, escuchando a los ciudadanos y ciudadanas.
Las Jornadas Solidarias se enclavan en nuestra construcción cotidiana en cada territorio, en los barrios en los que militamos todos los días. Sabemos de las problemáticas porque estamos ahí, porque son las de nuestros vecinos y vecinas que conocemos y que nos conocen. Ahí donde el Estado aún no llega como debiera y donde el mercado jamás va a dar soluciones, planificamos y llevamos adelante acciones solidarias en comunidad, en función de las necesidades de cada territorio.
Desde las primeras horas de la mañana del sábado, en cada localidad y en cada pueblo, las pecheras azules de la organización se dispersaron para llevar adelante las distintas tareas. Reacondicionar los bancos y pizarrones de una escuela. Refaccionar el techo o arreglar el baño de algún vecino que no puede hacerlo solo. Limpiar zanjas o microbasulares de espacios públicos comunes. Abrirse paso entre la nieve patagónica para despejar los frentes de casas de adultos mayores. Instalar una posta de salud para hacer un control oftalmológico o toma de presión. Construir un puente para que pueda ingresar a su casa una vecina. Pintar frentes de casas y sembrar árboles nativos. Reacondicionar los juegos y desmalezar una plaza. Apostar por generar comunidad organizada entre vecinas y vecinos.
El neoliberalismo, históricamente, necesita la ruptura del lazo social para llevar adelante su modelo socioeconómico. La solidaridad y el fortalecimiento del entramado comunitario vienen a dar una respuesta concreta al avance de la derecha. Mientras unos pocos nos quieren convencer de que la salida es individual, solitaria y meritocrática, pregonando el sálvese quien pueda; nosotras y nosotros creemos en la solidaridad como un acto de rebeldía.
Nuestro país enfrenta la deuda más grande de la historia del FMI y quienes nos pusieron en este problema están disfrazados de profetas en los canales de televisión hablando de "soluciones" que ya fracasaron en Argentina. Nosotras y nosotros estamos en los barrios, en las escuelas, en las universidades, en los clubes, en los centros de jubilados, ensanchando la organización para defender los derechos, para construir sociedades más solidarias y más igualitarias, para llevar adelante un proyecto de país con justicia social. Sabemos que podemos hacerlo porque ya lo hicimos con Néstor y Cristina.
Vamos a profundizar la militancia en cada territorio para seguir convocando a nuestro pueblo a la pelea para construir la patria que soñamos, con convicción y con esperanza. Como dice nuestro compañero Máximo Kirchner: “Tengan un fuerte compromiso con lo que desean y, si realmente lo desean, no se queden en el living de la casa: salgan, caminen el barrio”.
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