Política

La Semana patria en la era Macri

Al Presidente no le gustan los actos masivos y cree que las celebraciones son un despilfarro. Sin embargo, tomó una serie de medidas para que este 25 de mayo haya festejos, aunque sean sólo de una minorí­a.
por La Cámpora
25 may 2016
Es la primera vez en algún tiempo que en un aniversario de la Revolución de Mayo desde el Gobierno no se organizan festejos patrios para que disfrute toda la ciudadaní­a. Pero cambiaron las autoridades y es comprensible la decisión: serí­a un tanto cí­nico que el Jefe de Estado te invite a celebrar que te despidieron, que te aumentó el colectivo, la luz, el gas, el agua, que te está por cerrar el club de barrio de la esquina, que ves al comerciante de la vuelta bajar la persiana porque no puede afrontar los costos y la caí­da de las ventas, y que cuando vas al supermercado tenés que comprar cada vez menos gastando cada vez más plata. A pesar de esta situación, Mauricio Macri es optimista e impulsó una baterí­a de medidas en tan solo una semana para que algunos tengan sobrados motivos para festejar. Felices los empresarios que gracias al veto del Presidente ahora podrán seguir despidiendo trabajadores con total libertad y sin tener que pagar una doble indemnización. Felices los industriales internacionales que quieren colocar sus productos en Argentina cuando ven que las importaciones de bienes de capital, que se usan para la producción nacional, cayeron un 6%. Felices los contratistas del Estado Nacional y el Estado de la Provincia de Buenos Aires ahora que han flexibilizado las licitaciones y ampliado los montos de las contrataciones directas. Felices los detractores de la educación pública con la decisión de recortar los $97 millones que se giraban a universidades en concepto de partidas extraordinarias de la Jefatura de Gabinete. Felices los laboratorios que ya han aumentado un 50% los medicamentos sin que nadie se lo impida. Felices los que desprecian las democracias latinoamericanas cuando ven a Macri recibir al canciller de facto de Brasil. Felices los parientes de Marcos Peña y Miguel Braun que lograron que los pilotos de Aerolí­neas Argentinas se hospeden en su hotel pese a ofrecer un precio más caro que otro de los oferentes. Y felices aquellos que aborrecen la militancia polí­tica y la organización popular porque Milagro Sala sigue presa por luchar.
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