“La gente podía comprar su heladera, tener su casa. Teníamos todo, éramos felices. ¿Cómo no voy a estar acá hoy?”, le dice entre lágrimas un señor mayor a un cronista en Plaza de Mayo. “Casi me matan a mi Presidenta”, se acerca otro de similar edad que hasta el momento no lo conocía y lloran abrazados.
El video se viralizó en las redes y la imagen de amor se repetía en cada plaza de cada provincia de nuestra Patria. El agradecimiento a Cristina, a los 12 años del mejor gobierno de las últimas décadas, se tradujo en poner el cuerpo, en caminar más de 16 kilómetros desde Liniers a Plaza de Mayo, en llevar al bebé en los hombros cuadras y cuadras, en bancar el frío patagónico y en carteles escritos a mano de “Cristina te amo”, “Fuerza Cristina” o “Todas con Cristina”.
Del otro lado, en redes y medios, los otros empezaron a instalar una suerte de teoría de los dos demonios donde pareciera que los peronistas y kirchneristas, los que somos perseguidos por el entramado político, judicial y mediático, los que somos detenidos ilegalmente y reprimidos; somos también responsables de quién sabe qué. Incluso Cristina, al salir de su departamento ayer y acercarse a saludar a las personas que todavía estaban en su puerta como garantía de lealtad, usa la pollerita muy corta. “Volvió a romper el círculo de protección de seguridad que le suministraron. Así que no vendan humo donde no lo tienen que vender”, sostuvo un virulento Majul en el canal de Mauricio Macri a escasas 24 horas del intento de magnicidio.
Que gatillen dos veces en la cabeza de la Vicepresidenta no es un hecho aislado. Es el resultado de las expresiones violentas hacia el peronismo y el kirchnerismo en su conjunto, pero particularmente hacia la figura de nuestra conductora, Cristina Fernández de Kirchner.
Como sociedad, necesitamos que la oposición y los medios de comunicación afines a estos hagan un cese a la escalada de discursos de odio y de violencia política que promueven.
De este lado, el pueblo lo dejó muy claro: estamos unidos y más fuertes que nunca. Somos cada vez más. Las plazas a lo largo y ancho del país se unieron bajo una misma consigna. Ni lo intenten. A Cristina y a la Democracia la cuidamos entre todos y todas.
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