Me he cogido y me han cogido varios seminaristas, monaguillos y curas. Me animo a decir esto porque es verdad. Que la homosexualidad está instaladísima en la Iglesia católica como institución, y dentro de sus edificios también, es ultrasabido, señores. Tal como lo leen, adentro, en el interior de las iglesias, he cogido. ¡Basta! Como siempre digo, alguien lo tenía que decir y quien lo dice esta vez soy yo. He sido invitado y he ido a petit comités, convites, tes con masitas y mariconadas, cocktails y demás fiestitas celebradas por seminaristas, monaguillos y curas más veces de las que hubiese querido. No duden de lo que digo. Juro por Dios que es así. Lo pueden cuestionar o debatir pero aconsejo que no lo nieguen más, ya que al negarlo no le hacen un bien a nadie ni a nada. Negar la verdad no es bueno ni para el sujeto ni para el objeto. Esto que cuento es así. Estar ciegos ante los acontecimientos que ocurren en una sociedad es descuidarla, desprotegerla. Es vivir en un limbo, en una fantasía social. ¿Sobre qué realidad y fundamento es que vamos a analizar, juzgar, perdonar o condenar a los integrantes de nuestra sociedad si no contamos con la información completa? Es cierto lo que cuento, me hago íntegramente cargo de mis palabras y las firmo al pie. ¿Las pruebas? Las pruebas son mi palabra, su fe y que no me lo contó nadie. Soy la fuente, como se dice en periodismo. Lo de Guillermito, como se sabe, no cayó bien en la cúpula. Las divas no se lo perdonaron. Ni Bergoglio, ni Radrizzani están de buenas con Marcó. La Marcó, como todo homo, necesita ser diva. El haber estado en las sombras, detrás de la peluca y los tacos de Bergoglio tantos años provocó que ahora salga con todo. ¡Con los tacos de punta! Y, como todo el que sale de esa forma, se convirtió en amenaza. Marcó es a Bergoglio lo que Riquelme a Maradona. En la Iglesia hay, y créanlo por Dios porque lo he presenciado, una constante guerra de vedettes. Una constante guerra de divismo. Ya los trajes lo anuncian de una manera poco sutil. Sedas, linos, algodones, estolas, capuchas, capelinas, sombreros, collares, cadenas, oros, anillos, borlas, frunces, encajes, perlas, cruces y un tipo en bolas clavado en ellas lo manifiestan, lo imprimen y lo reafirman a cada instante. Para colmo de males, el Papa asumió con zapatos de Prada. ¡Son unas locas no asumidas! El que no es homo es impotente y el que no es impotente es facho, degenerado o tímido. Créanme, porque lo he visto de cerca. La Iglesia es un refugio ideal para aquellos que no cuentan con la valentía o el dinero como para ir a un psicoanalista y resolver su vida sin miedo y sin vergí¼enza de poder decir: “ ¡Esto es lo que soy y esto es lo que quiero!ˮ. Daniel Hadad cuenta con el extraño don de dotar de carisma a homos que carecen del mismo. Ya lo demostró con Polino, Lafauci y varias manadas de putos. Saco de esa lista al Negro Oro, ya que no solamente cuenta con toneladas de carisma, sino que sin él ni el propio Hadad tendría el poquísimo carisma que adquirió. Hadad apostó más alto, como siempre hace, y nombró a Marcó como una especie de obispo de C5N. Al final de la programación prime, Guillermito te da el besito de las buenas noches y te acuesta. Qué dulce. En el mundillo de las locas existe un tipo de mujeres a las cuales nosotros los putos llamamos “pajarerasˮ. Son las que le decían a Juan Castro que era un desperdicio, son las que siempre te quieren reformar, son las que en el fondo de tan liberales no se bancan que un puto no se las coja. Son las que siempre andan rodeadas de maricas. Maquilladores, decoradores, floristas, actores, diseñadores y curas destacadísimos son su corte. Ejemplos de lo que escribo hay a patadas, si nos remontamos a la historia antigua, el gran Gino Bogani, el patético monseñor Laguna y el triste Miguelito Romano son buenos ejemplos. Han sido sobadas por el poder siempre. Hasta ahí todo bien, como dicen los chicos hoy en día. Pero el efecto pajarera es a veces peligroso. Marcó es carismático, buenito, curita, preparado, como dicen las viejas, usa anteojos, es culto, es virgenˮ¦ para ellas. Es serio para ellas. Y se está posicionando peligrosamente. Otra vez asistirá la clase media de este país al engaño del poder político y mediático. Otra vez encontraron al buenito de la película para que salve a la pobre clase desinformada que conviene que escuche y lea mentiras. Al igual que a los políticos les conviene que los pobres nunca se enteren ni aprendan, en otra escala a ciertos medios, a la Iglesia y a la misma clase media les conviene la ceguera. “ ¡Viste qué bien habla el curita de C5N!ˮ, dicen ya las masas. “Mmmhhhˮ¦ ¡Qué miedo!ˮ, pensamos. Otra vez la demagogia, el mensaje tibio, el gris que ni salva ni cura y otra vez una sociedad que no ve ni escucha ni habla, como los tres monitos. Otra vez a engañar al pueblo. Susana tiene miedo, Hadad corre detrás y Marcó cumple su sueño de diva, mientras Blumberg con su auténtico dolor y con su estrategia obsoleta y feroz está en Babia con su barba crecida, Bergman es Barbra Streisand y los pitucos conocen la Plaza de Mayo por primera vez. Varios no fueron porque no sabían si se pedía por seguridad o por pena de muerte. Los que fueron y oraron, ¿qué pedían y por qué fueron? ¿Le interesa tanto a Marcó la inseguridad o vio la oportunidad de convertirse en el Papa argentino? ¡Qué país! Si nos sacamos las vendas sería una sociedad fantástica. Los curas, los rabinos, las divas, las gordas, las estrellas de televisión, los dueños de medios y miedos y los políticos asquerosos hacen lo que quieren con una pobre clase media aterrorizada que ya se embarca en cualquier barco con tal de no morir como cucarachas. Y yo, que no me acosté con Marcó por un pelito. Un día me invitaron a su “tecitoˮ. Casi, casi, casi soy la señora de Marcó, casi. Casi voy, casi, como dijo Rubén Darío en “Chiripaˮ: “Casi casi me quisiste, casi casi te he querido, si no es por el casi casi, casi me caso contigo.ˮ Y hoy sería Evita, tal vez, ¿o Nacha? Qué sé yo. Se igual.