Hace aproximadamente un año, ante el acuartelamiento de miembros de Prefectura y de Gendarmería, decíamos: "Los efectivos de las fuerzas de seguridad son parte del pueblo trabajador y humilde que no se debe dejar engañar por los que nos sometieron a humillaciones durante años, por los que asesinaron, torturaron y persiguieron a compatriotas para que unos pocos empresarios se llenen los bolsillos".
Hoy, ante el acuartelamiento sospechosamente simultáneo de casi todas las fuerzas provinciales del país en reclamo de mejoras salariales, lo repetimos pero no podemos de dejar de agregar lo siguiente: La violenta extorsión a la que el pueblo argentino se encuentra sometido por la exigencia salarial de las fuerzas de seguridad provinciales nos obliga a recordar a los miles de argentinos asesinados impunemente por balas policiales por reclamar durante las décadas anteriores por condiciones mínimas de dignidad. No escuchamos a ningún policía solidarizarse con la lucha de tantos compatriotas que durante los gobiernos neoliberales estaban obligados a arriesgar su vida por reclamar mucho menos que ellos. Por aquellos días (que no son tantos) el pueblo ni siquiera estaba en condiciones de pedir cobrar su salario en blanco sino apenas ser escuchado y dejar de pasar hambre. Por esos días, los mismos que hoy piden comprensión de la sociedad, no dudaron en apretar el gatillo. En un clima que durante días fue cuidadosamente enrarecido por los mismos actores oscuros de siempre, a través de editoriales, declaraciones guionadas de actores sin otra legitimidad que bandas de barrabravas, programas de estrellas de televisión que mientras se quejan de una supuesta "grieta" promueven con un cinismo vergonzoso el odio irracional entre argentinos, las fuerzas de seguridad de las provincias, consciente o inconscientemente se prestan a una burda maniobra en la que exponen a los pobres a ser masacrados por otros ciudadanos.No pudimos encontrar en los estudios de televisión a los dirigentes que se la pasan reclamando seguridad y dando clases de civilidad y republicanismo. Tampoco escuchamos la opinión de la izquierda partidaria que hace años resignó su política a mandar a sus militantes jóvenes y universitarios con capuchas a provocar a la policía casi como nenes malcriados porque saben que la policía tiene la orden de este gobierno de no reprimir.
Por último, a los agentes policiales que tomaron esta actitud salvaje y egoísta con el resto de la sociedad les recordamos que es este gobierno nacional, popular y democrático, desde el 2003, el primero que les dio la oportunidad para reconciliarse con el pueblo, del que son parte, prohibiendo la represión a la que eran obligados con gobiernos anteriores. La democracia no admite la extorsión y este pueblo ya no es rehén de nada ni de nadie. Democracia para siempre.