A 5 años del masivo grito “ ¡Ni una menos, no queremos más mujeres muertas, vivas las queremos!ˮ, tras el asesinato de Chiara Páez, hecho que desencadenó la primera marcha allá por el 3 de junio del 2015, hoy encontramos para recordar que entre el 2013 y 2015 una serie de asesinatos de mujeres profundizó el debate sobre la violencia machista. Desde entonces hemos acompañado con mayor presencia en las calles, demostrando y exigiendo un cambio en la mirada social respecto de esas muertes.
Durante estos 5 años se intensificó el reclamo de justicia para las víctimas de femicidio por la importancia de visibilizar estos actos como consecuencias irreparables del patriarcado. Esos crímenes que hasta ayer eran conocidos como “asesinatos pasionalesˮ, finalmente son llamados por sus nombres: femicidios, travesticidios y transfemicidios. Asimismo, los medios de comunicación acompañaron esta transformación, esta necesidad de un abordaje desde la dimensión comunicacional, a medida que fueron repercutiendo nombres como íngeles Rawson, Melina Romero, Araceli Ramos, Lola Chomnalez, Diana Sacayán y Lohana Berkins, entre otrxs.
El tratamiento judicial y mediático de estos asesinatos, de una u otra forma hoy se anuncian como lo que son gracias a nuestra organización y lucha. Son muertes o crímenes por odio, por razones de género, por odio al cambio y odio a la libertad en la autopercepción sexo genérica. Ese odio de género está dirigido a mujeres, lesbianas, trans, travestis, transexuales, no binaries, que fueron asesinadas/es por varones con los sostenían vínculos de parejas o ex parejas o simplemente actos cometidos sin tener relación alguna.
A 5 años de ese primer 3 de junio estamos en condiciones de decir que construimos un movimiento transversal a lo largo y ancho de todo el país en el cual abrazamos nuestras redes políticas y desde allí reclamamos y trabajamos todas juntas acabar con la sumisión histórica y sistemática, anclada en la mirada patriarcal que nos condena a reproducir roles de cuidado y de garantía de la vida de los otros.
Hoy más que nunca sabemos que la vida también es libertad y, por lo tanto, estamos en condiciones legitimas de seguir reclamando y también de celebrar la presencia del Estado en las políticas públicas y programas aplicados en todos los ámbitos donde desarrollamos nuestras relaciones interpersonales, como así también la creación del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad que es otra victoria de la lucha feminista federal en Argentina.
¡En cuarentena seguimos organizándonos, estamos más juntas que nunca y alzando nuestras voces porque vivas, libres y desendeudadas nos queremos!
Debemos y necesitamos terminar con lo que se nos presenta como alternativa para evitar la muerte: los refugios, que son solo soluciones transitorias.
Seguimos pidiendo aborto legal, seguro y gratuito para no morir, para asegurar la soberanía y la salud sobre nuestros cuerpos en condiciones sanitarias dignas e igualitarias.
¡Ni una menos!
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