En el día de ayer, a un año de la masiva manifestación bajo la consigna #NiUnaMenos, que generó un profundo debate en nuestro país, salimos nuevamente a las calles en más de 80 ciudades a lo largo y ancho del país. En Capital Federal miles y miles de personas marcharon desde el Congreso de la Nación hacia Plaza de Mayo para seguir dando batalla al sistema patriarcal, y las violencias tanto físicas como simbólicas a la que día a día son sometidas miles de mujeres.
Nutridas columnas de diversos colectivos de feministas, militantes de organizaciones de diverso arco político y social, mujeres y hombres autoconvocados de todas las edades, se movilizaron con consignas tales como “Ni una menos, ni un derecho menosˮ, “Libertad a Milagro Sala, presa políticaˮ, “Libertad a Belén. Aborto legal, seguro y gratuitoˮ, “Un estado ausente es cómplice de la violencia de géneroˮ, “Matar a un travesti también es femicidioˮ, entre tantas otras.
No podemos pasar por alto que la coyuntura que nos atraviesa es totalmente distinta a la del pasado año. Con el actual gobierno de Mauricio Macri, hemos retrocedido drásticamente en materia de inclusión social, en la cual se enmarcan las medidas para prevenir y erradicar la violencia machista. En estos últimos meses los grupos de poder se han encargado de otorgarle a la mujer un lugar secundario, subordinado al del hombre. Los medios masivos de comunicación han construido, a través de Juliana Awada, a la mujer como accesorio en artículo político. Ahora ya no nos toca discutir, debatir, criticar el estado de cosas, ni construir uno donde reine la igualdad. Nada de eso, para el patriarcado, que no es nada más ni nada menos que la otra cara del neoliberalismo, de la desigualdad y la injusticia social, somos con suerte asesoras de imagen, o bien simples objetos de uso y abuso masculino. En un país “cambiadoˮ donde se condena a la mujer que lucha, ya hace cuatro meses está detenida Milagro Sala, mujer luchadora, por manifestarse y por devolverle la dignidad a los sectores más pobres de la sociedad jujeña, esos sectores que el gobierno de Morales y el poder judicial de Jujuy no toleran, ni tolerarán.
No podemos esperar nada de un presidente que sostiene que a las mujeres nos encanta que nos digan “qué lindo culo que tenésˮ. Nos encontramos con un estado ausente que se encarga de desfinanciar, desguazar y suprimir los pocos espacios en los cuales se contienen a víctimas de violencia machista. Hace semanas algunos medios ajenos a los grandes grupos concentrados anunciaron que la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, cerró el único refugio para víctimas de violencia de género, dejando a miles de víctimas sin protección.
Mientras tanto las cifras de femicidios son alarmantes. Una de nosotras es asesinada cada 28 hs. A 286 mujeres les arrebataron la vida en 2015 y a 66 en lo que va de 2016, por el sólo hecho de ser mujer.
Las redes de Trata siguen siendo un negocio del que empresarios y políticos son los principales cómplices. El gobierno de Macri implementó un serie de políticas que benefician el negocio de la Trata de personas, una de ella es el achicamiento del Registro Nacional de Trabajadores y Empleadores Agrarios (Renatea) , que sin ser su función detectó desde su fundación hasta fines del año pasado miles de chicas víctimas de explotación sexual. Un gobierno que intimó a la Fundación María de los íngeles, para que devuelva dos predios (en San Miguel de Tucumán y en Las Talitas) cedidos por el anterior gobierno nacional en donde se iban a construir viviendas sociales y un centro materno infantil para la contención a mujeres víctimas de la trata de personas y de la violencia de género y sus hijos.
Este año volvimos a marchar porque no queremos ni una persona más sometida a situaciones de violencia como consecuencia del machismo. Eso nos corresponde tanto a nosotros/as como integrantes de la sociedad, y al Estado que debe implementar y ejecutar las leyes existentes sobre el tema, como la Ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales (Ley. 26.485), sancionada y promulgada en el año 2009, que hoy carece de presupuesto para que pueda ser implementada en su totalidad.
Tampoco queremos más casos como los de Belén, joven tucumana condenada a 8 años de prisión por un aborto espontáneo en un hospital, que tuvo que pasar por las peores vejaciones y situaciones de violencia institucional. Exigimos libertad para Belén porque repudiamos la violencia institucional de parte de médicos/as y trabajadores/as de salud que no garantiza ni mínimamente nuestro derecho a la información y a la atención médica sin discriminación.
Es por ello que el día de hoy nos encontró a todos y todas en las calles, para hacer visible el camino que debe recorrer un pueblo que quiere dejar atrás prácticas culturales donde priman parámetros de desigualdad. #NiUnaMenos es un pedido real y concreto, es hacer carne el grito “basta de injusticiasˮ, que deja marcas físicas y psicológicas. Sin igualdad de género no hay Justicia Social.
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