Política

No se burlen de Clarí­n

por La Cámpora
14 feb 2013
Qué lejos quedaron los tiempos en los que Clarí­n se preocupaba en cuidar si quiera algunas formas para disimular sus oscuras ambiciones. En la dictadura, mientras los militares asesinaban y y torturaban a miles de militantes no condenaban esa violencia pero por lo menos se encargaron de quemarle la cabeza a todos los argentinos con "el peligro de la violencia subversiva". Años más tarde, cuando ya no estaban los milicos para ser cómplices de sus negociados, instalaron aunque sea la "teorí­a de los dos demonios" y empezó a condenar con un dedito acusador la violencia de ambos bandos: la de la guerrilla y la de los militares que la combatieron con "métodos un tanto exagerados". En los noventa, la violencia de la que se  preocupaba Clarí­n no era la de la policí­a que reprimí­a a su propio pueblo pero sí­ se quejaba amargamente de la de los piqueteros y la de la juventud perdida. Hoy, Clarí­n no solo ya no condena la violencia sino que  la festeja. En una nota en la que habla de un discurso de Cristina sobre la  recuperación nacional de la producción petrolera le dedica cuatro de nueve párrafos a burlarse de que  "antes de llegar al acto, la presidenta se quedó sin “los pibes para la revoluciónˮ. Hubo un fuerte encontronazo entre jóvenes militantes de La Cámpora y trabajadores de los Petroleros Privados". Ese tonito de sorna y alegrí­a que se le escapa al Magnetto boy de turno es lo que realmente piensa el monopolio de la democracia y de los que quieren participar activamente de ella para transformar la sociedad. Magnetto y su complejo mediático, en realidad, festejó disimuladamente cada tortura en la dictadura y cada represión a quienes protestaban contra los ajustes de los noventa. Por una simple razón: era la contracara del modelo económico que desde sus páginas y desde las reuniones secretas que tení­an en oscuros despachos con los gobernantes de turno nos imponí­an al conjunto de los argentinos. Hoy las cosas cambiaron. El gobierno de los cuarenta millones de argentinos ya no responde a las corporaciones sino a los intereses nacionales, entre los que se encuentran la redistribución de la riqueza, la democratización de la palabra y la igualdad de oportunidades en un marco de profunda paz. Aunque a Clarí­n no le guste la paz y aunque se burle de ella.