(*) Por Orlando Barone
Mientras los entusiastas teleespectadores de 6,7,8 se autoconvocaron en la plaza de mayo y los grandes medios los consideraron invisibles, lo que se está haciendo visible es la tristeza de los opositores. Repentina e inesperada irrumpe en el momento en que la oposición más algazara producía. Los entristece justo cuanto más festejaban. Si será yegua que sale ilesa y limpia del insulto. Por eso les cunde la tristeza, como un estado de acabamiento y de defraudación que se patentiza desde los grandes medios.
Y desde los periodistas grandes “enculadosˮ, porque sus opositores favoritos se descubren endebles, inconsistentes o pigmeos. Y no reaccionan como esos periodistas grandes les ordenan. Han quedado desnudos a plena luz de la política. Y desnudos se corporizan en la realidad de su tamaño de juguete.
No es joda jugar a los congresales con tanto público encima y después de crear expectativas de belleza acabar en esperpentos. Es como pasa en esos encuentros de psicodrama en el cual los protagonistas liberados empiezan autoengáñandose con caricias y al rato, si el terapeuta se distrae, se dedican a la sinceridad de la mutua matanza.
No tengan esperanzas: si solo aspiraron a crear la desesperanza y el horror deberán resignarse a que se vuelva contra ellos. Triste la oposición triste. Mire que le pusieron ganas. Que le pusieron plata. Que le pusieron mentiras a favor. Que le pusieron odio. Que le pusieron favoritismo por imposición mediática. Y ¿para qué? Para que ahora a medida que se desatan y se abren los paquetes, su contenido sea chirle, o vacío.
Es que la política es un género cuya maravillosa fascinación permite por igual la ilusión y el fraude. Dice la leyenda que el ataúd de Herminio Iglesias en la Nueve de julio, hace casi treinta años es el símbolo, pero no el único que emblematiza la torpeza que concluye en la derrota.
Los opositores al gobierno están reproduciendo metafóricamente varios ataúdes. Uno de ellos lo puede cargar, él solo, Gerardo Morales; otro Elisa Carrió, munida de una pala excavadora de enterramiento múltiple incluyéndose ella misma; otro ataúd lo pueden arrastrar, arrastrándose, los socialistas mendaces que profanan el nombre del socialismo al que momificaron hace ya tiempo; y otros ataúdes de Herminio Iglesias lo empujan a escupitajos los hostiles opositores sin gracia que de tanto que aparecen en los medios se vuelven desgraciados.
No hay nada más letal que ser descubiertos sin recursos y sin dones en medio del espectáculo y con la luz en plena jeta. La parte de la sociedad socavada por el odio y ante tan desopilante funeral opositor, empieza otra vez a darse cuenta que no hay que adorar lo inadorable y menos mentirse o dejarse ser mentido.
No se puede odiar así nomás: el odio requiere algún sentido lógico, exige que el odiado se lo merezca. En tanto el monstruoso gobierno que gobierna mira pasar los ataúdes. Carta abierta leída por Orlando Barone el 15 de Marzo de 2010 en Radio del Plata.
(*) Escritor y periodista. En http://orlandobarone.blogspot.com/, lunes 15 de marzo de 2010.