–¿De qué te extrañas, Juan? Si en verdad los grandes países nos tuvieron siempre atados de pies y manos… El invasor eran antes los países explotadores, los grandes consorcios… Sus nevadas mortales eran la miseria, el atraso. Nuestros propios pequeños egoísmos manejados desde afuera...
(El Eternauta, versión publicada en Revista Gente, con dibujos de Alberto Breccia, 1969)
Hoy se cumplen 45 años de la desaparición de Héctor Germán Oesterheld, el tipo que escribió estas cosas. Ante artistas e intelectuales de ese tamaño, uno se pregunta qué tiene para decirnos hoy su obra. Y suele ocurrir que uno descubra que muchas cosas.
La dictadura que secuestró a Oesterheld asesinó además a sus cuatro hijas: Diana, Marina, Estela y Beatriz. Los cinco eran militantes montoneros. Héctor era uno de los grandes genios de la historieta mundial. No siempre fue peronista: su acercamiento al movimiento fue gradual, acaso porque entendió que era el que mejor encarnaba sus ideales antiimperialistas, acaso porque lo conmovió la militancia de sus hijas. Algunas ideas fuerza se mantienen desde siempre en su obra: la creencia en el pueblo como un héroe colectivo, las analogías entre las invasiones extraterrestres y las presiones foráneas, América Latina en general y la Argentina en particular como escenario de un conflicto en el cual lo último que se puede hacer es rendirse.
Sí, el Consejo con el Grone Medina, el primer Consejero a la cabeza, tiene que pelear. No pueden dejar de hacerlo… Sería negarse a sí mismos. El espíritu del “Nuevo 17” sigue encendido en todos los Consejeros. Si nunca aflojaron contra todas las amenazas y los ataques del imperialismo ¿cómo van a claudicar ante los Antartes?
(La Guerra de los Antartes, versión publicada en el diario Noticias con dibujos de Gustavo Trigo).
Hoy también se cumplen 19 años de las elecciones que dejaron a Néstor Kirchner a las puertas de la Casa Rosada, cuando Carlos Menem no se atrevió a presentarse a un ballotage que perdería por goleada. El tiempo quiso que unos años después naciera el Nestornauta, porque fue el que le devolvió a nuestro pueblo la posibilidad real de volver a pelear por sus sueños, el encargado de poner en marcha nuevamente a ese héroe colectivo del que hablaba Oesterheld.
Héctor y Néstor nos enseñaron que hay batallas que hay que darlas, porque, si no, no hay historia, ni historieta posibles. Los protagonistas de sus historias eras personas comunes con grandes responsabilidades: Juan Salvo, dueño de una Pyme; Favalli, profesor universitario, y Alberto Franco, un obrero metalúrgico, se cargaron entre los tres la gigantesca base extraterrestre de la Plaza Congreso, que además estaba protegida por un campo electromagnético. Eran tres, pero sabían que estaba en juego el destino de millones. Si pensaban en la correlación de fuerzas, no lo hacían. Es que a veces hay que actuar. En la historieta, como en la política, el posibilismo, además de aburrido puede ser letal.
Si aflojamos, entonces sí que estamos listos. Es cierto, no vendrán socorros, es mucho peor de lo que imaginamos. Pero con tirarnos al suelo no ganamos nada.
( El Eternauta, versión publicada en Revista Gente, con dibujos de Alberto Breccia, 1969)
Que el campo beneficie a la nación toda será la única manera de justificar tanta sangre, tanta lágrima, vertida por los pobres, los desposeídos, hombres y mujeres, los verdaderos conquistadores, los dueños legítimos de tanta riqueza que nunca gozaron.
(Los que despoblaron el campo, en El Descamisado, febrero de 1974)
Un viejo pensador, el más destacado de un tiempo muy largo y muy amargo dijo una vez: “El infierno son los demás”. Se equivocó… ¡El paraíso son los demás!
(El Eternauta, segunda parte”)
El paraíso son los demás, sí. Es decir, La Patria es el Otro. Y también es hoy, no mañana.